Prevemos que el fundador Oliver Brossmann, que lleva su producto de marca, se cuelga en el área de producción de la sede de la empresa de zapatos impresos en 3D en Seattle.
A sus 25 años, Oliver Brossmann es muy joven cuando se trata de ser un empresario. También es joven por haber sufrido ya de tendinitis en ambas rodillas. Pero sin este último podría no haberse convertido en uno de los primeros en fabricar calzado impreso en 3D personalizado.
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