COLUMNA: El problema del déficit del empleo en México.

Uno de los principales retos que tiene México en materia económica consiste en crear la suficiente cantidad de empleos formales y bien remunerados, de manera que todas las personas que se incorporan cada año a la fuerza laboral puedan encontrar uno, además de poder avanzar en el abatimiento del rezago que tenemos en esta materia. 

De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), al cuarto trimestre de en México había una Población Económicamente Activa (PEA) de 54.034 millones de personas, de las cuales 52.123 millones se encontraban ocupadas (laborando al menos una hora a la semana) y 1.911 millones estaban desocupados, pero activamente buscando empleo.

Del total de personas ocupadas, 398.580 mil se encontraban en condición de subocupación y buscando trabajo adicional, por lo que podemos señalar que el rezago en valores absolutos en materia de empleo al cierre del año pasado era de poco más de 2.3 millones de empleos.  

Otra característica del empleo en México es que del total de ocupados en el cuarto trimestre de 2016, aproximadamente 32.448 millones no tienen acceso a las instituciones de salud, lo que es indicativo del nivel de informalidad en el empleo en nuestro país. Tomando como base el indicador del acceso a la salud, tenemos que la informalidad en México representa el 62.25% del empleo total. 

Con esto en mente, pasamos ahora a analizar los datos de la evolución del empleo registrado ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), y vemos que en el periodo de diciembre del año 2005 al mismo mes de 2016, éste creció en sólo 5.555 millones de personas, al haber pasado de 13.061 millones a 18.616 millones. A este respecto se debe agregar que no todo este aumento del empleo implica nuevos puestos de trabajo, sino que mucho del incremento en el indicador es producto de los actos de visita que realiza el IMSS en las empresas con el fin de revisar si todos los trabajadores de las empresas están debidamente registrados ante el instituto. 

El ritmo de crecimiento del empleo formal registrado en el IMSS es muy bajo, ya que en el periodo del año 2005 al 2016 éste aumentó a razón de 505.005 empleos por año. Como referencia tenemos que de acuerdo al INEGI, entre el cuarto trimestre de 2005 y el mismo trimestre de 2016,  la PEA aumentó de 42.863 millones a 52.123 millones, lo que representa un incremento de 9.259 millones de personas en el periodo, o 841,815 personas por año. 

De esta manera, queda evidenciado un déficit de creación de empleos formales por año, en el periodo de 2005 a 2016, de casi 337 mil empleos cada año, y eso sólo para haberle seguido el ritmo de crecimiento de la PEA de ese periodo. El déficit de empleo formal histórico es mucho más alto y se puede dimensionar analizando que al cierre del año pasado, había 18.616 millones de trabajadores asegurados, que representan solamente el 35.7% de la población ocupada total.

Podríamos seguir presentando estadísticas en materia de rezago laboral; pero al final de cuentas lo que evidencian estos datos es la falta persistente ausencia de políticas públicas tendientes a crear las condiciones propicias para que los empresarios puedan crear la cantidad suficiente de empleos bien remunerados y formales. 

¿Qué ha hecho el gobierno federal para incidir en el ritmo de creación de empleos? Ejemplos de las fallas en las políticas públicas los podemos encontrar en diversos lados, pero una de las más importantes ha sido el aperturismo comercial indiscriminado sin que éste se haya dado acompañado de las correspondientes políticas de fomento a la competitividad de las empresas.

México ha firmado 12 tratados de libre comercio con 46 países, lo que implicó abrir nuestro mercado, pero no poder conquistar los de otras latitudes. Aunado a lo anterior, en diciembre de 2008 nuestro país decretó unilateralmente una sensible baja de aranceles a la importación para todos los países miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC), entre ellos China, de manera que el arancel máximo para la enorme mayoría de productos manufactureros quedó en 20%, siendo que el máximo permitido por la OMC para la mayoría de los productos es del 35%. 

Esto no habría sido un problema si se hubieran implementado las reformas y cambios legales para volver a la industria nacional más competitiva. Pero nos echaron a competir con otros países, siendo que nosotros teníamos (y seguimos teniendo) costos de los combustibles y la electricidad más caros, tenemos costos financieros mucho más elevados, hace falta mayor infraestructura, el nivel educativo promedio de la población mayor de 15 años es de apenas 9.1 años, entre otros rezagos. Todo esto tiene como resultado que en el año 2016  ocupamos la posición 57 en el Índice de Competitividad Global (siendo que China está en la posición 28). 

Esta falta de competitividad, siendo una de las naciones más abiertas del mundo en el aspecto comercial, es la que hace que en el año 2016 hayamos tenido un déficit en nuestra balanza comercial de la industria manufacturera sin incluir a los productos automotrices de 69.751 miles de millones de dólares (mmdd). Si tomamos en cuenta la exportación e importación de productos automotrices entonces nuestro déficit en la balanza comercial de la industria manufacturera es de 6.853 mmdd. Todo esto nos debe llevar a preguntarnos ¿Qué sería de México sin la industria automotriz?

En la entrega pasada señalábamos que la inversión requerida para crear un empleo en el sector manufacturero intensivo en mano de obra es de aproximadamente 10,000 dólares. Esto significa que si lográramos abatir el déficit comercial manufacturero que tienen las industrias excluyendo al sector automotriz, a través de un esquema de sustitución de importaciones o exportando más, podríamos crear en México casi 7 millones de empleos. 

Por su parte, otra causa de la escasa creación de empleos formales en México es precisamente lo extendido que está el problema de la informalidad en todos los rubros de la vida económica. Lo que sucede es que para una empresa formal resulta muy difícil competir contra las informales, ya que éstas últimas tienen precios y costos de producción más bajos al no tener a sus empleados registrados en el IMSS e Infonavit, no pagar debidamente sus impuestos (si es que pagan algo), entre otros.

De esta manera, esta competencia desleal e ilegal, resulta un freno para el crecimiento de las empresas formales, muchas de las cuales en ocasiones se ven tentadas a también tener ciertas operaciones en la informalidad con el fin de ser competitivos. Es así que la informalidad e ilegalidad se convierten en un cáncer que perjudica a toda la economía y si no se controla, vuelve los negocios formales en informales.

Más allá de aspectos de corrupción para hacer negocios y los aspectos que he denunciado en múltiples ocasiones de problemas en las aduanas mexicanas, por las que pasan todos los días miles de productos en condiciones de subvaluación; otro aspecto que explica el bajo ritmo de creación de empleos formales es el escaso ritmo de crecimiento económico. La tasa de incremento del PIB mexicano en el periodo de 2005 a 2016 es de 2.6% y en las manufacturas fue de 2.3%. A este respecto muchos analistas señalan que México debería crecer a tasas del 5% en promedio de manera sostenida para poder abatir el desempleo, subempleo e informalidad, y la última vez que crecimos a una tasa arriba del 5% fue en el año 2010, cuando la economía se expandió 5.1%.  

A manera de conclusión podemos señalar que es urgente un cambio en las políticas económicas, de manera que se den más incentivos a la creación de empleos formales. Para ello es fundamental que los funcionarios del más alto nivel de dependencias públicas como la Secretaría de Economía provengan del sector empresarial de manera que entiendan la problemática que enfrenta el empresario en sus operaciones cotidianas, y puedan eliminar los obstáculos para el desarrollo.  Lamentablemente ahora en día se puede percibir que a muchos funcionarios de alto nivel, y que toman decisiones importantes que inciden en las empresas, les falta la sensibilidad correspondiente.

Director General GAEAP*
alejandro@gaeap.com
En twitter: @alejandrogomezt

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