La línea de ensamble en Feetz tiene 100 impresoras 3D que zumban constantemente. Su propósito exclusivo es hacer zapatos.
Cada una tiene el nombre de un personaje de las caricaturas: Mujer Maravilla o Scooby Doo, por ejemplo. Y aunque extravagantes, las impresoras, cuyo costo unitario es de U$S 5.000, están ahí para cambiar drásticamente la venta al por menor en forma masiva, al lograr hacer más barata la fabricación de calzado.
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