Columna:Si no hay confianza no hay crecimiento económico.

El pasado viernes 3 de febrero, el INEGI y el Banco de México dieron a conocer una pésima noticia para las perspectivas de crecimiento económico de México para este año. Sucede que el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) se ubicó en un valor de 68.49 puntos, lo que implica un desplomé de 27.5% en el comparativo de enero de 2017 y el mismo mes de 2016, y si se le compara respecto al mes inmediato anterior, el ICC cayó 17.9 por ciento. 

Vale la pena señalar que en enero de 2013, justo después de que llegara a la presidencia de la república, Enrique Peña Nieto, el índice se encontraba en un valor de 100.00 puntos, lo que implica que en cuatro años la confianza de los consumidores mexicanos ha caído en 31.5%. Pero eso no es todo, al consultar la serie histórica del ICC podemos ver que en enero de 2017 éste se ubica en su nivel más bajo desde que comenzó a medirse en abril de 2001. Esto significa que los consumidores en nuestro país no se sentían así de pesimistas respecto al futuro económico desde hace más de 16 años. 

Dentro de los componentes del ICC, tenemos que en el comparativo de enero de 2017 respecto al mismo mes de 2016, el que mide la “Situación económica en el momento actual de los miembros del hogar comparada con la que tenían hace 12 meses” cayó 12.8%; el de la “Situación económica esperada de los miembros del hogar dentro de 12 meses, respecto a la actual” disminuyó 19.8%; la “Situación económica del país hoy en día, comparada con la de hace 12 meses” cayó 33.3%, la “Situación económica del país esperada dentro de 12 meses, respecto a la actual” decreció 34.5%; y la que mide “Posibilidades en el momento actual de los integrantes del hogar comparadas con las de hace un año, para realizar compras de muebles, televisor, lavadora, otros aparatos electrodomésticos, etc.” decreció 31.4 por ciento. 

¿A qué se debió esta fuerte disminución en el ICC? El INEGI no nos da esos detalles, pero podemos asumir que los consumidores mexicanos se vieron afectados por el “gasolinazo” que entró en vigor el 1 de enero, la descomposición social que vimos con los saqueos a comercios, la llegada al poder de Donald Trump en los Estados Unidos y sus constantes ataques contra México por la construcción del muro fronterizo y por la eventual renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), una mayor inflación de precios que se colocó en 4.78% en la primera quincena de enero de este año; el percibir un gobierno federal rebasado en muchos aspectos como la seguridad pública y corrupción, entre otros factores. 

No es cosa menor esta disminución, ya que hay estudios serios en economías desarrolladas que relacionan el desempeño económico de un país con la confianza que tienen los consumidores en el sentido de que cuando éstos se sienten optimistas gastan más y cuando se sienten pesimistas gastan menos. Además de que si tomamos en consideración que de acuerdo al INEGI el PIB nominal promedio en los primeros tres trimestres de 2016 fue de 19.121 billones de pesos y el componente de consumo privado de la demanda de bienes ascendió a 13.036 billones de pesos, pues vemos que el consumo representa el 68.2% del PIB mexicano, y por lo tanto lo que le suceda a este indicador impacta directamente en la evolución económica nacional.

Es en este contexto que campañas como la lanzada el miércoles de la semana pasada por la iniciativa privada y el gobierno federal de consumir lo “Hecho en México” cobran especial relevancia. En este sentido, no se trata de dejar de comprar en las cadenas comerciales extranjeras que operan en México ya que éstas dan empleos a miles de mexicanos, pero si se trata de crear conciencia de que si hay la posibilidad de comprar un par de zapatos hechos en México respecto a comprar unos de China, mejor optemos por el producto nacional que también es de buena calidad. De igual manera, si vemos manzanas de Chihuahua, pues es mejor comprar éstas en lugar de las que importamos del estado de Washington en Estados Unidos, y así podemos realizar esto con miles y miles de productos que se puedan sustituir. 

La debilidad del ICC reportada en enero de este año se suma a los nada optimistas pronósticos  económicos que se reportaron también la semana pasada en la Encuesta de Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado que recaba mensualmente el Banco de México. En ella se estima que este año el PIB crecerá 1.6%, la inflación general será de 5.24%, el dólar cerrará el año en 21.63 pesos y la tasa de interés de fondeo interbancario terminé el 2017 en 7.00 por ciento. 

Los anteriores pronósticos lucen bien comparados con los de algunos de los grupos financieros más importantes del país. Tenemos que según el reporte más reciente, Citibanamex espera que la inflación este año sea de 5.20% y que el PIB crezca 1.20%; por su parte, Bancomer mantiene una expectativa de inflación de 5.97% y una tasa esperada de crecimiento del PIB de apenas 1.0 por ciento. 

Dado todo lo anterior, y lo rápido que se están deteriorando las expectativas y el escenario macroeconómico, es fundamental que el gobierno federal realice otras acciones para fortalecer la planta productiva; y entre ellas está la solicitud de la iniciativa privada de permitir nuevamente la deducibilidad al 100% de las prestaciones laborales que pagan las empresas; crear un esquema de bonos de productividad que no tenga cargas fiscales y de seguridad social y vaya de forma inmediata al salario de los trabajadores; reforzar la lucha contra el contrabando y la subvaluación de mercancías en las aduanas del país; hacer más eficiente de una vez por todas el gasto público, eliminando programas que tienen poco impacto económico y social, y canalizar esos recursos a obras de infraestructura; brindar más apoyos a las mipymes a través del Instituto Nacional del Emprendedor (INADEM), regresar los apoyos a las empresas a través del Programa para la Productividad y Competitividad Industrial, entre muchas más cosas que se pueden y deben hacer para reactivar la economía.

Finalmente, un tema que no se debe quedar de lado es la necesidad de que las empresas exportadoras mexicanas diversifiquen sus mercados de exportación con naciones que tienen alta demanda de productos, pero que por su lejanía no han sido atendidas. Entre ellas está el caso de India, nación que creció en el periodo 2015 – 2016 a una tasa de 7.6% y tiene 1.252 miles de millones de habitantes. 

En este sentido, la llegada de Paulo Carreño, como nuevo director de Proméxico abre una nueva esperanza de que ahora si este organismo apoyará a las empresas mexicanas en esta importante tarea de diversificar mercados para de esta manera ser menos dependientes de Estados Unidos. 

A manera de conclusión podemos señalar que es altamente preocupante que haya caído en esa magnitud el ICC, por lo que es fundamental restaurar la confianza de los consumidores a través de acciones que impulsen la economía familiar, fomenten empleos, impulsen el crecimiento de la producción, fortalezcan las finanzas públicas y den certidumbre. 

Director General GAEAP*
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