MÉXICO: Donald Trump: el villano favorito

Una vez que el precandidato del Partido Republicano, Donald Trump, ha prácticamente amarrado la candidatura de dicho partido para la elección presidencial de noviembre de este año, han arreciado las especulaciones en México respecto a la posibilidad de que este personaje gane las votaciones y eventualmente sea capaz de construir el muro que dividirá a nuestro país y Estados Unidos, si será posible que nos haga pagar por él, y si podrá deportar a más de 10 millones de inmigrantes mexicanos ilegales que se encuentran del otro lado de la frontera.

 

No han faltado quienes se han rasgado las vestiduras ante los comentarios denigrantes que ha vertido Trump en contra de los mexicanos aquí y allá a lo largo de toda su precampaña, y muchos se preguntan cómo es posible que dicho magnate no reconozca la aportación que nuestros compatriotas han hecho en favor de la economía de los Estados Unidos. En este sentido hay que tener presente que un reporte del Instituto de los Mexicanos en el Exterior de febrero de 2014, señala que los migrantes mexicanos en Estados Unidos son dueños de alrededor de 570 mil pequeñas empresas que generan un ingreso de $17 mil millones de dólares anuales. Por su parte, de acuerdo a un reporte de BBVA Research del año 2012, los mexicanos en los Estados Unidos generan aproximadamente el 4% del PIB de dicho país.

 

Pero independientemente de lo anterior, el problema es que han sido muy pocos los que abiertamente le han dado la razón a Donald Trump en el sentido de que México en general ha fallado en proveerle un empleo digno a sus ciudadanos, de manera que los ha obligado a emigrar para encontrar en otro país las oportunidades que aquí no se les pueden ofrecer. Y ese debería ser el gran tema: ¿Por qué México le ha fallado a su gente, y en especial a los que menos tienen?

 

De acuerdo con cifras de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) de INEGI; la población ocupada en México pasó de 42.863 millones de personas en el cuarto trimestre de 2005 a 51.568 millones en el mismo trimestre de 2015. Esto implica un incremento de 20.3% en una década o bien, una tasa promedio anual de 1.87%. Otra forma de ver esto es que en 10 años en nuestro país se “crearon” 8.704 millones de puestos de trabajo, pero el problema es que la calidad de estos trabajos distó de ser la adecuada.

 

Si asumimos que el grueso de la “población ocupada con acceso a las instituciones de salud”, tales como el IMSS e ISSSTE, es la que cuenta con un empleo formal, pues vemos que ésta pasó de 15.183 millones en el cuarto trimestre de 2005 a 18.758 millones en el mismo trimestre de 2015, lo que representa un aumento de 23.5% en una década, o bien, una tasa promedio anual de 2.14 por ciento. El problema en términos absolutos es que de 2005 a 2015 sólo se “crearon” 3.575 millones de puestos de trabajo con acceso a la salud, lo que representa apenas el 41% del crecimiento de la población ocupada. En otras palabras, de cada 10 nuevos puestos de trabajo “creados” en nuestro país en los últimos 10 años, 6 fueron en el sector informal de la economía.

 

Y mencionó “creados” entre comillas porque inclusive las estadísticas del IMSS que dan cuenta de que el número de trabajadores totales asegurados pasó de 12.799 millones en marzo de 2005 a 18.154 millones en marzo de 2016 no significa que todos sean nuevos empleos, y más bien debemos entender que parte de este aumento obedece a los esfuerzos de regularización del empleo por parte del IMSS realizando auditorias y revisiones a las empresas.  Aunque de cualquier manera se debe reconocer que haber aumentado el “empleo formal” en el país en 5.355 millones de personas en los últimos 11 años es una cifra francamente vergonzosa porque representa un promedio anual de apenas 487 mil empleos por año o 40,500 por mes. 

 

Y en términos del salario promedio diario asociado a trabajadores cotizantes en el IMSS, cabe señalar que éste no muestra una mejoría considerable en los últimos 11 años, ya que si bien pasó de 194.45 pesos en marzo de 2005 a 315.55 pesos en el mismo mes de 2016, lo que representa un aumento nominal de 62.3%, al tomar en consideración que en el periodo la inflación general fue de 53.0%, vemos que en términos reales el salario medio de los trabajadores registrados ante en el IMSS apenas aumentó 6.1 por ciento.

 

Aunado a lo anterior, como lo señalaba en la entrega de hace dos semanas, en términos generales el nivel de ingresos del trabajador mexicano se ha venido deteriorando de forma importante en la última década y muestra de ello es que de acuerdo a datos de INEGI, hace 10 años el 64.4% de la población ocupada ganaba menos de tres salarios mínimos al día (equivalentes a unos 80 mil pesos al año) y en el cuarto trimestre de 2015 ésta proporción aumentó hasta 67.5% de la población ocupada; por su parte, los que ganan más de 3 salarios mínimos pasaron de representar el 30.3% de la población ocupada en el último trimestre de 2005 a ser sólo el 20.7% en 2015.

 

Entonces, dada la escasa creación de empleos formales en nuestro país y el estancamiento salarial observado en este tipo de empleos; también debido al deterioro general en los ingresos promedio de la población ocupada; pues resulta más sencillo entender porque resulta atractivo para muchos irse del país y buscar oportunidades en el vecino del norte.

 

Desde luego que al gobierno mexicano le conviene esta fuga de capital humano, ya que disminuye las presiones sociales en México de personas que buscan un empleo digno, y más aun, esta fuga ayuda a la economía del país por la entrada de divisas que genera. En este sentido tenemos que el monto acumulado de las remesas en los tres primeros meses del año fue de 6,215 millones de dólares (mdd), cifra 8.6% mayor a los 5,723 mdd del mismo período del año pasado. Y además, cabe señalar que las remesas constituyeron en 2015 la segunda mayor fuente de ingresos externos de México después de la inversión extranjera directa, superando a las exportaciones petroleras, con un monto de 24,791mdd.

 

Queda claro pues que para muchos políticos mexicanos les resulta más sencillo y rentable mediáticamente salir a decir que Donald Trump odia a los mexicanos y que es un peligro para nuestros compatriotas ilegales en Estados Unidos porque los quiere deportar. La realidad es que los políticos y el gobierno mexicano deberían ser más autocríticos y entender que hay un hartazgo en los Estados Unidos y que se nos percibe como un país que ha fallado en algo de lo más elemental: proporcionar un empleo digno a los mexicanos en México para que no se tengan que ir, arriesgando su vida y rompiendo familias.

 

Es verdad que Donald Trump ocasionará muchos problemas económicos a México, al mundo y al propio Estados Unidos si gana la presidencia de la economía más grande del planeta; pero lo que deberíamos esperar por parte de nuestras autoridades es que vayan pensando en que van a hacer si Trump gana y efectivamente inicia una etapa de deportaciones masivas. ¿Cómo van a darle empleo a todos los que regresen? ¿Qué industrias en qué lugares? La amenaza para la relativa estabilidad social en nuestro país es enorme, y no es culpa de Trump, es culpa de las fallidas políticas económicas que se han instrumentado en los últimos años que nos ha convertido en una nación expulsora de su mayor riqueza: su capital humano.

 

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