El Banco de México dio a conocer su Programa Monetario para el año
2016, el cual muestra los lineamientos a seguir en lo referente a la política monetaria a lo largo del
año. A continuación se presenta un resumen del mismo:
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y la Ley del Banco de México establecen
que el objetivo prioritario de este Instituto Central es la procuración de la estabilidad del poder
adquisitivo de la moneda nacional. El cumplimiento de dicho mandato permite crear un ambiente de
estabilidad de precios y, de esta manera, generar un entorno más propicio para la inversión y para
alcanzar tasas de crecimiento más aceleradas. Entre los beneficios de un ambiente de inflación baja y
estable destacan los siguientes:
1. La estabilidad de precios permite que el dinero mantenga su poder adquisitivo, lo cual beneficia a
toda la población y, especialmente, a las familias más pobres. Esto es así porque el nivel de vida de
dichas familias depende en mayor grado de su ingreso corriente, el cual generalmente mantienen en
efectivo y cuyo poder de compra se ve erosionado directamente por la inflación. Así, estas familias
están más expuestas al deterioro del poder adquisitivo causado por la inflación. En consecuencia, el
mantener una inflación baja genera beneficios especialmente elevados para dicho segmento de la
2. En un ambiente de inflación baja y estable las familias y las empresas enfrentan menor
incertidumbre acerca del comportamiento de los precios en la economía y, por ende, pueden tomar
mejores decisiones, que conducen a que los recursos de la economía se asignen a aquellas
actividades en las que son más productivos. Así, un ambiente de inflación baja y estable conduce a
una asignación más eficiente de los recursos productivos del país.
3. En un entorno de estabilidad de precios se amplían los horizontes de planeación de los agentes
económicos. Ello incide positivamente sobre sus decisiones de inversión y ahorro, lo que influye
favorablemente en el dinamismo de la actividad económica. En particular, en dicho entorno se alienta
la inversión en proyectos productivos que incrementan el potencial de crecimiento de la economía
desde una perspectiva de largo plazo.
Tomando en cuenta lo anterior, puede concluirse que procurar la estabilidad del poder adquisitivo de
la moneda nacional no es un objetivo que se contraponga al crecimiento económico, a la creación de
puestos de trabajo y, en términos generales, a una mejora en el bienestar de la población. Por el
contrario, a medida que se avanza en la creación de un entorno de inflación baja y estable, los
beneficios de la estabilidad de precios se hacen más evidentes, generándose un ambiente propicio
para las actividades económicas y para un crecimiento potencial más elevado. No obstante, es
importante mencionar que si bien la estabilidad de precios es condición necesaria para promover el
crecimiento económico y la creación de empleos, no es una condición suficiente para ello. En adición
a la estabilidad de precios, para alcanzar tasas de crecimiento elevadas y de manera sostenida, y que
esto se refleje en más y mejores empleos, es indispensable contar con un marco institucional que
genere una estructura de incentivos que promueva incrementos en la productividad y competitividad
Con la finalidad de dar cumplimiento a su mandato constitucional y, de esta manera, contribuir de
manera decidida a impulsar el desarrollo económico del país, el Banco de México utiliza desde 2001
un esquema de objetivos de inflación como marco para la conducción de la política monetaria. De
acuerdo con dicho esquema, este Instituto Central se ha trazado como meta permanente mantener
una tasa de inflación anual de 3 por ciento, al tiempo que busca alcanzar dicha meta de manera
eficiente, es decir: al menor costo posible para la sociedad en términos de actividad económica.
Asimismo, se ha definido un intervalo de variabilidad de más o menos un punto porcentual alrededor
de la meta referida. Dicho intervalo permite, en la práctica, tomar en consideración la incertidumbre
asociada sobre el cumplimiento puntual de la meta numérica antes señalada. Ello debido a que en el
corto plazo la evolución de la inflación puede verse afectada por una amplia gama de factores
transitorios, fuera del control del Instituto Central, que pueden hacer que esta se desvíe
temporalmente de la meta de 3 por ciento.
En lo referente a la instrumentación de la política monetaria, el Banco de México, como muchas
autoridades monetarias en economías avanzadas y emergentes, utiliza un objetivo para la tasa de
interés interbancaria a un día como el principal instrumento de política monetaria. El nivel de dicho
objetivo se conoce como la tasa de referencia de política monetaria. En este contexto, el Banco de
México modifica las condiciones bajo las que proporciona liquidez al mercado de dinero, con la
finalidad de que la tasa de interés en el mercado interbancario se ubique en el nivel que se ha
planteado como objetivo. A su vez, lo anterior incide sobre la economía y, en última instancia, sobre
la inflación, a través de diversos canales que en su conjunto constituyen lo que se conoce como el
mecanismo de transmisión de la política monetaria. Así, en una primera instancia los ajustes en la
tasa de referencia afectan algunas variables como las expectativas de los agentes económicos, las
tasas de interés a diferentes plazos, el crédito, los precios de los activos y la cotización de la moneda
nacional frente a otras divisas. Posteriormente, los cambios en estas variables afectan,
principalmente, el comportamiento de la demanda agregada y de los mercados de insumos y, en su
conjunto, generan un impacto sobre la inflación.
De esta manera, los efectos de las acciones de política monetaria instrumentadas por el Banco
Central sobre la inflación generalmente se presentan con cierto rezago, el cual tiende a ser variable.
En este contexto, cabe destacar que el canal más inmediato por el que la política monetaria puede
tener un impacto en la inflación es a través de su efecto sobre las expectativas de inflación de los
agentes y, así, sobre sus decisiones de fijación de precios. Es decir, la magnitud y frecuencia de los
ajustes en precios que llevan a cabo los agentes económicos dependen, en buena medida, de la
inflación que éstos anticipan que prevalecerá en el futuro. Por consiguiente, este Instituto Central, al
conducir la política monetaria, presta particular atención al comportamiento de las expectativas de
inflación de mediano y largo plazo. Bajo estas circunstancias, el Banco Central modifica la postura de
política monetaria cuando percibe que la trayectoria prevista para la inflación podría apartarse de
manera significativa y sostenida del objetivo permanente de 3 por ciento.
Con este marco para la conducción de la política monetaria se ha avanzado considerablemente en la
creación de un entorno de inflación baja y estable en México. Entre los resultados que se han logrado
con el esquema de objetivos de inflación, sobresalen los siguientes: i) una reducción en el nivel,
volatilidad y persistencia de la inflación; ii) una disminución de las primas de riesgo, particularmente
de la prima por riesgo inflacionario; iii) el anclaje de las expectativas de inflación en niveles cercanos
a la meta permanente, así como una menor dispersión de las mismas; y iv) una reducción en el
traspaso de cambios en precios relativos y, particularmente, de fluctuaciones cambiarias, a los
precios de los bienes y servicios.
La disminución en la inflación ha apoyado un mejor funcionamiento de los mercados financieros
domésticos. En particular, la reducción en las primas de riesgo asociadas a la menor inflación ha
contribuido a que se observe una tendencia a la baja en las tasas de interés domésticas. Asimismo, la
certidumbre asociada con la estabilidad de precios ha permitido una extensión en el horizonte
temporal de la curva de rendimientos y en el plazo promedio de los bonos gubernamentales. En
suma, en un contexto de inflación baja y estable se ha observado una profundización del sector
financiero, lo que ha reactivado los niveles de crédito otorgado a diversos agentes económicos.
Durante 2015, la inflación general experimentó una tendencia descendente y alcanzó niveles mínimos
históricos. En efecto, durante los primeros meses del año se logró que la inflación general
convergiera a la meta permanente de 3 por ciento e, incluso, que se ubicara por debajo de la misma
desde mayo de ese año. Así, la inflación en México registró niveles menores a los que se habían
previsto y se situó en 2.13 por ciento a finales de 2015, nivel históricamente bajo. A este
comportamiento favorable de la inflación contribuyó, en primer término, la postura de política
monetaria implementada por el Banco de México. En segundo término, también influyó la holgura que
prevaleció en la economía. Ello en un contexto en el que se registró un crecimiento económico
moderado. Asimismo, también coadyuvaron los efectos directos e indirectos que sobre la inflación
tuvieron las reducciones en los precios de los insumos de uso generalizado, tales como los
energéticos, las materias primas y los servicios de telecomunicación. Es importante señalar que
varias de esas reducciones fueron resultado de la implementación de reformas estructurales.
Este comportamiento favorable de la inflación se dio en una coyuntura económica particularmente
compleja. En el ámbito internacional, a lo largo del año prevaleció un entorno de incertidumbre
respecto del inicio y de la rapidez con la cual se daría el proceso de normalización de la política
monetaria en Estados Unidos. Además, el crecimiento de la economía mundial permaneció en niveles
bajos y se presentó una mayor preocupación sobre la desaceleración de la economía y estabilidad
financiera de China. Ello afectó negativamente los precios internacionales de las mercancías básicas,
primordialmente del petróleo. Bajo estas circunstancias, se registraron episodios recurrentes de
elevada volatilidad en los mercados financieros internacionales y se observó una depreciación
generalizada de las monedas de economías avanzadas y emergentes respecto del dólar
estadounidense. La cotización del peso mexicano frente al dólar no fue la excepción, por lo que la
moneda nacional experimentó una depreciación de consideración durante el año. Como se expondrá
adelante, a pesar de ello solamente hubo un traspaso limitado de la depreciación cambiaría a los
precios internos. Bajo estas condiciones, durante gran parte del año el Banco de México mantuvo la
tasa de referencia de la política monetaria sin cambio en 3 por ciento, nivel históricamente bajo para
dicha tasa. Para ello se consideraron, además de los factores externos antes mencionados, diversos
En particular, en el ámbito interno la actividad económica presentó un ritmo de crecimiento moderado,
por lo que prevaleció un entorno de holgura en la economía y, en consecuencia, no se registraron
presiones sobre los precios por el lado de la demanda agregada ni en los mercados de insumos. Por
su parte, las expectativas de inflación continuaron bien ancladas. Destacó que durante el año las
expectativas medidas a través de encuestas para el cierre de 2015 mostraron una tendencia
descendente y se ubicaron en niveles significativamente por debajo de 3 por ciento, mientras que las
correspondientes a 2016 y 2017 fueron convergiendo a niveles cercanos a 3 por ciento. Asimismo, el
ajuste en precios relativos asociado a la depreciación que experimentó la moneda nacional en
respuesta al entorno externo antes referido, se reflejó principalmente en los precios de los bienes
durables y, como es evidente dado el resultado inflacionario tan favorable que se obtuvo, no condujo
a una espiral generalizada de ajustes de precios. Por consiguiente, México se distinguió entre las
economías emergentes por presentar un traspaso especialmente bajo de movimientos cambiarios a
los precios de los bienes y servicios.
Cabe señalar que durante todo el año se observó una presión sobre el mercado cambiario derivada
de la incertidumbre asociada a la intención de ajustar la tasa de fondos federales por parte de la
Reserva Federal de los Estados Unidos. En este contexto, la Junta de Gobierno identificó al
diferencial de tasas de interés de política monetaria entre México y los Estados Unidos como un
factor que podría incidir sobre la estabilidad de los flujos de capital, razón por la cual prestó especial
En este contexto, en diciembre de 2015 la Reserva Federal de los Estados Unidos llevó a cabo el
primer aumento de la tasa de fondos federales desde junio de 2006. Esta decisión era anticipada por
los participantes en los mercados y coincidió con un periodo de relativa calma en los mercados
financieros internacionales. En respuesta a lo anterior, y tomando en consideración todos los
elementos antes mencionados, e inclusive a pesar de que las condiciones internas parecerían sugerir
la conveniencia de que el objetivo de la tasa de interés de referencia en México permaneciera sin
cambio, la Junta de Gobierno de Banco de México ajustó al alza en 25 puntos base dicho objetivo en
su decisión de política monetaria del último mes de 2015. En ausencia del citado ajuste, podría
haberse generado una depreciación adicional en la cotización de la moneda nacional que fuera
desordenada y, así, afectar las expectativas inflacionarias y a la inflación misma.
Hacia adelante, se estima que para 2016 la inflación general registre incrementos, ubicándose en
niveles cercanos a 3 por ciento al cierre del año. Dicha trayectoria reflejaría el desvanecimiento del
efecto aritmético de los choques de oferta favorables que tuvieron lugar en 2015, así como el impacto
de la depreciación del tipo de cambio sobre los precios de algunos bienes, mas no un deterioro
generalizado del proceso de formación de precios en la economía. Asimismo, se anticipa que para
2017 la inflación se estabilice alrededor del 3 por ciento. Ello en congruencia con la meta permanente
establecida para dicha variable.
Esta previsión para la inflación enfrenta diversos riesgos. Entre los riesgos al alza sobresale la
posibilidad de un deterioro en las condiciones externas y, en particular, en los mercados financieros,
que genere presiones adicionales sobre la cotización de la moneda nacional, las cuales pudieran
trasladarse a la dinámica de los precios de los bienes no comerciables y de los servicios. En efecto,
diversos acontecimientos de la economía global pueden incidir sobre el tipo de cambio. Después del
aumento en la tasa de fondos federales por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos a
finales de 2015, se anticipa un retiro ordenado y gradual del estímulo monetario en dicho país,
condicional a la evolución de la economía de ese país, particularmente del mercado laboral y de la
inflación. No obstante, no pueden descartarse nuevos periodos de elevada volatilidad en los
mercados financieros internacionales asociados con dicho proceso, que conlleven presiones
adicionales sobre la cotización del peso mexicano frente al dólar estadounidense. Ello en un entorno
en el que se espera una mayor divergencia entre las posturas monetarias de la Reserva Federal y las
correspondientes a los Bancos Centrales de la zona del euro y de Japón, que han implementado
recientemente medidas adicionales de estímulo monetario.
Aunado a lo anterior, otro factor de atención para la economía mundial es el proceso de cambio
estructural en China, que está transitando de una economía enfocada en la inversión y la promoción
de las exportaciones, hacia una más orientada hacia el consumo interno. Se espera que este proceso
conduzca a tasas de crecimiento económico menores en dicho país. Sin embargo, tampoco puede
descartarse una desaceleración de esta economía aún mayor que la esperada, así como problemas
en el sistema financiero de ese país que en su conjunto conduzcan a una mayor volatilidad financiera
internacional y que den lugar a presiones a la baja sobre los precios de las mercancías básicas,
principalmente del petróleo. Por su parte, la recesión en Brasil también ha sido motivo de
preocupación, porque se ha presentado junto con tasas de inflación muy altas y en medio de una
crisis política. Bajo estas circunstancias, la cotización de las monedas de economías emergentes,
entre ellas la del peso mexicano, podría verse afectada por efectos de contagio. Finalmente, otro
riesgo al alza para la inflación consiste en la posibilidad de que se observe un crecimiento mayor al
esperado de la actividad económica interna. Sin embargo, es previsible que en caso de manifestarse
dicho riesgo lo haría de una manera gradual.
Por otra parte, entre los riesgos a la baja, sobresale que continúen registrándose reducciones en los
precios de insumos de uso generalizado, principalmente de los servicios de telecomunicaciones y de
los energéticos, así como que la cotización de la moneda nacional revierta parte de la depreciación
que ha acumulado hasta la fecha. Ello tomando en consideración que la evolución del tipo de cambio
en México pudo haber experimentado una sobre-reacción reciente y que, en consecuencia,
actualmente se ubique en niveles más elevados que los que serían congruentes con los fundamentos
En este contexto, durante 2016 la Junta de Gobierno permanecerá atenta, como siempre lo ha hecho,
a la evolución de todos los determinantes de la inflación, y de sus expectativas para horizontes de
mediano y largo plazo, tanto de índole externa como interna. En particular, prestará atención a la
postura de política monetaria relativa entre México y Estados Unidos, al traspaso de movimientos del
tipo de cambio a los precios al consumidor, así como a la evolución del grado de holgura en la
economía. Todo ello con la finalidad de estar en posibilidad de tomar las medidas necesarias con
toda flexibilidad y en el momento en que las condiciones lo requieran, para consolidar la convergencia
de la inflación al objetivo permanente de 3 por ciento.
En relación con los elementos anteriores es prudente enfatizar que, al ser la economía mexicana una
economía pequeña y abierta, es natural que la inflación del país se vea afectada por factores
externos. En particular, dada la integración económica y financiera con la economía de Estados
Unidos es previsible que ciertos acontecimientos en dicho país tengan un impacto importante sobre la
inflación en México. Uno de los determinantes externos más relevantes de la inflación es justamente
la postura de política monetaria relativa entre México y los Estados Unidos. Cambios en dicha postura
pueden incidir sobre la evolución del tipo de cambio y eventualmente sobre la inflación y sus
expectativas. Así, en la medida en que la tasa de política monetaria en Estados Unidos vaya
aumentando en relación con la tasa de referencia prevaleciente en México, permaneciendo lo demás
constante, podría observarse una reasignación significativa en los portafolios de los inversionistas
internacionales que pudiera afectar la cotización de la moneda nacional. Más aun, en un entorno de
elevada volatilidad en los mercados financieros, el tipo de cambio podría experimentar un ajuste que
fuera desordenado. Además de lo anterior, es pertinente mencionar que dada la preponderancia del
sector petrolero en diferentes aspectos de la economía mexicana, disminuciones adicionales en el
precio internacional del crudo podrían también acelerar la depreciación de la moneda nacional.
En cuanto al traspaso del tipo de cambio a los precios, en principio una depreciación cambiaria puede
incidir sobre los precios al consumidor a través de diversos canales, los cuales pueden agruparse en
efectos de primera instancia y, potencialmente, en efectos de segunda ronda, los cuales el Banco de
México evitaría que se presentaran. Respecto de los primeros, una depreciación cambiaria aumenta
el precio en moneda nacional de los bienes de consumo importados. Los precios de los bienes
nacionales que compiten con estos productos importados también tenderían a verse afectados.
Asimismo, además de bienes de consumo también se importan insumos y bienes de capital cuyos
precios también se incrementan como resultado de una depreciación. En este contexto, los costos de
las empresas que utilizan en sus procesos productivos dichos bienes tenderían a aumentar y dichas
empresas pueden tratar de trasladar sus mayores costos, o parte de ellos, a los precios finales. Por
su parte, los efectos de segunda ronda se presentan cuando ante una mayor inflación, asociada a los
efectos de primera ronda, los agentes económicos ajustan al alza sus expectativas de inflación de
mediano y largo plazo, lo que tendería a propiciar un aumento generalizado de precios. Si bien hasta
el momento el traspaso de movimientos cambiarios a los precios ha sido moderado, no puede
descartarse el riesgo de que una tendencia hacia una mayor depreciación cambiaria afecte las
expectativas de inflación y propicie aumentos de precios en un conjunto amplio de bienes y servicios.
Como ya se mencionó, el Banco de México estará atento a evitar que estos efectos de segunda
En el ámbito interno, destaca el hecho de que todavía existen condiciones de holgura en la economía
de México. Hacia adelante se prevé que estas condiciones se mantengan a lo largo de 2016. Así, no
se esperan presiones generalizadas sobre los precios de los bienes y servicios provenientes del lado
de la demanda agregada y de los mercados de insumos. No obstante, a medida que se vaya
recuperando la actividad económica se anticipa que la holgura disminuya de manera gradual. En este
contexto, el Banco de México vigilará el comportamiento de la economía nacional para evitar que por
esa vía se presenten presiones inflacionarias.
Finalmente, es importante destacar que dado el complejo entorno internacional y las perspectivas de
que dicha complejidad prevalezca en el futuro inmediato, es crucial mantener un marco
macroeconómico sólido en México. Una política monetaria enfocada en preservar la estabilidad del
poder adquisitivo de la moneda nacional es parte fundamental de dicho marco. Sin embargo, además
de ajustar la postura de política monetaria de ser necesario, es indispensable concretar los esfuerzos
planteados en el ámbito fiscal, así como continuar implementando de manera adecuada y oportuna
las reformas estructurales. Lo anterior contribuirá a fomentar un ambiente de confianza en torno a la
economía mexicana, distinguiéndola de otras economías emergentes, de tal manera que el
componente de riesgo país en las tasas de interés permanezca en niveles bajos. Ello será
fundamental ante un entorno externo en el cual las condiciones financieras serán más astringentes.
Así, será posible seguir avanzando en la consolidación de una economía con un crecimiento que
cada vez se pueda ir acelerando de manera sostenible, con estabilidad financiera.