COLUMNA: EE. UU., cuatro guerras que resolver y restaurar la paz mundial

"Nunca ha habido una guerra prolongada de la que un país se haya beneficiado".

-Sun Tzu

La posibilidad de que alguno de los conflictos internacionales actuales se salga de control y detoné la tercera guerra mundial es el principal riesgo para la humanidad en este momento. Aunque a muchos no les guste, Estados Unidos es el único país que todavía es capaz de restablecer el orden en la escena mundial, pero el tiempo se le agota y parece no poderse enfocar en resolver los problemas globales, dadas sus propias complicaciones políticas y sociales internas.

Nuestro vecino del norte libra varias batallas. En un artículo de James Howard Kunstler, titulado “La gran estrategia de China y las cuatro guerras”, publicado el pasado 7 de noviembre en el portal Kunstler.com, se menciona que la gran estrategia de China de tomar su turno para dominar la escena global está basada en gran medida en meterle el píe a Estados Unidos con cuatro guerras simultáneas ¿Cómo les está funcionando hasta ahora? Parece que bastante bien.

Sorprendentemente, China apenas tuvo que mover un dedo para que esto sucediera, ya que Estados Unidos ha organizado por sí solo y magistralmente, su colapso como potencia.

Guerra No. 1: No había absolutamente ninguna necesidad de iniciar la guerra en Ucrania. A estas alturas el conflicto no sólo ha desangrado a la joven población masculina de Ucrania hasta los huesos, sino que también ha agotado el stock de armas y municiones bélicas de Estados Unidos. Después del colapso soviético, Ucrania existió como un pobre remanso en la órbita de Rusia, sin causar problemas a nadie (excepto a sí misma, debido a una gran corrupción) hasta que Estados Unidos inició una campaña para incluirla en la OTAN. Los neoconservadores estadounidenses dejaron claro que el propósito de esto era rodear y debilitar a Rusia. (¿Por qué? “Razones”, dijeron). Esta política alarmó y enfureció a los rusos, quienes dejaron en claro que la membresía de Ucrania en la OTAN no iba a suceder.

Estados Unidos persistió, orquestó el golpe de estado de 2014 contra el presidente Yanukovich, de tendencia pro rusa, y estimuló a sus sustitutos, primero Poroshenko y luego Zelensky, a bombardear las provincias étnicas rusas del Donbass con cohetes y artillería durante años. Mientras tanto, Estados Unidos entrenó, armó y suministró a un gran ejército ucraniano y se negaron a negociar la no expansión de la OTAN hasta que Putin se hartó en 2022 y actuó para poner fin a todas las tonterías que estaban pasando.

Después de algunos pasos en falso iniciales, los rusos comenzaron a prevalecer a principios de 2023. Ahora, existe un consenso general de que Rusia controla el espacio de batalla con su superioridad en artillería y tropas, y el conflicto está cerca de terminar con una pérdida territorial significativa para Ucrania. Los aliados estadounidenses de la OTAN no ocultan su disgusto por el fiasco. Ucrania está destrozada. Lo que queda es cómo reacciona el régimen del presidente Joe Biden ante otra gran humillación en el extranjero. Ante este inminente triunfo, el Sr. Putin debe hacer todo lo posible para no usarlo como bandera política, ya que Estados Unidos está en medio de una fuga psicótica y podría ser capaz de una locura que acabe con el mundo.

Guerra No. 2: Hace poco más de un mes, se pensaba que Medio Oriente había alcanzado un momento de estabilidad loable, según el Asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan. Se esperaba una mejora de los Acuerdos de Abraham que normalizaran las relaciones entre Arabia Saudita e Israel. Luego, la salvaje operación de Hamás del 7 de octubre lo hizo estallar todo. El dilema palestino-israelí parece no tener solución posible.

Los palestinos quieren su propio Estado, por supuesto, pero presionan para establecerlo en todo el territorio que Israel ocupa ahora. (Del río al mar...) Los israelíes no tienen intención de ser expulsados y se resisten a otras posibles divisiones de la tierra allí que podrían servir para satisfacer el deseo de los palestinos de tener un país propio. Israel entiende que un principio básico del Islam yihadista, expresado clara y frecuentemente, es exterminar a los judíos, y no hay forma de evitarlo. Los adversarios de Israel no parecen entender el significado de “nunca más”.

Israel ahora debe hacer frente a la última afrenta a su existencia y su objetivo claro es desarmar y destruir a la organización terrorista Hamás. Para horror del mundo, lo están haciendo brutalmente en Gaza porque Hamás está atrincherado en una vasta red de túneles bajo la capa civil de casas, tiendas, escuelas y hospitales. ¿Qué más podría hacer Israel? Probablemente sellar el sistema de túneles con Hamás en él, creando un gigantesco cementerio de mártires islámicos: una receta para futuros ciclos de venganza.

Como se puede apreciar, no parece haber manera alguna de que esto termine bien para nadie. Otros grandes actores islámicos se mantienen al margen y hasta ahora sólo han hecho gestos y declaraciones amenazadores. Dudo que Irán arriesgue su infraestructura petrolera y su red eléctrica para intervenir. Y a pesar de los tambores del presidente turco Erdogan y su gran ejército, la economía y la moneda turcas (la lira) colapsarían si él se lanzara a intervenir. Egipto no tiene ningún apetito por la guerra. Eso deja al representante de Irán, solamente a Hezbollah, en la frontera norte de Israel. Si amplifican las cosas lo suficiente, Damasco y Beirut podrían convertirse en ceniceros.

Por lo tanto, se esperaría que Israel siga metódicamente su plan para sacar a Hamas del negocio y que la región regrese a su miserable status quo de estancamiento hasta que la próxima generación de palestinos enojados comience un nuevo ciclo de violencia. Mientras tanto, Israel tiene sus propios problemas políticos internos que enfrentar. Y mientras tanto, palestinos e israelíes compiten por tener la mayor tasa de natalidad para superar en población al otro bando, una contienda que podría detenerse repentinamente con el colapso económico de Estados Unidos y Europa, y el fin de las actuales relaciones económicas globales, incluida una ordenada economía de comercio petrolero, que ha producido casi un siglo de superprosperidad global que ha permitido que las poblaciones se expandan como lo han hecho. (También hay que considerar la tasa de vacunación contra el Covid del 90 por ciento de Israel, con sus efectos perjudiciales para la salud y la reproducción). En la siguiente lucha desesperada por los recursos, las cosas que no pueden continuar, obviamente se detienen.

Guerra No. 3: De acuerdo con James Kunstler, esta es la guerra del gobierno de Estados Unidos contra sus propios ciudadanos. Argumenta que esto ha estado sucediendo desde que Donald Trump entró en la escena política, e incluye la reciente guerra legal semi-exitosa contra Trump, excepto que no sólo no ha logrado sacarlo de su negocio como político, sino que ha corroborado muchas de las afirmaciones que hizo sobre el gobierno corrupto y pérfido que lo llevaron al triunfo electoral en 2016. Todo eso no ha hecho más que mejorar sus cifras en las encuestas. Y los casos judiciales anárquicos y de mala fe presentados contra él han demostrado la grave caída del gobierno de Estados Unidos en una mala conducta deliberada que ha llevado al Departamento de Justicia a arrestar y perseguir injustamente a cientos de estadounidenses inocentes que apoyan a Trump.

Una gran parte de la guerra del gobierno contra los ciudadanos estadounidenses ha sido el extraño episodio de Covid-19 y el prolongado esfuerzo de los funcionarios públicos para engañar a la población al respecto, incluyendo cierres de la actividad económica y la destrucción de pequeñas empresas, la supresión deshonesta de tratamientos médicos viables (como la ivermectina), grave censura especto de los daños documentados de las vacunas de ARNm y engaños sobre los orígenes del virus mintiendo de que era de origen animal, cuando fue una fuga de un laboratorio de Wuhan, China.

Otro frente de esta guerra es la frontera mexicana abierta de par en par, en una situación anárquica creada como política deliberada por los secretarios del gabinete del presidente Biden, y realizada en un momento en el que existe una tremenda animadversión contra Estados Unidos por parte de muchas otras naciones que envían a miles de jóvenes a ese país, a quienes se les da asilo, sin que los funcionarios fronterizos intenten determinar quiénes son.

Parece que el otro de los problemas de Joe Biden se intensificará pronto cuando la Cámara de Representantes, reorganizada bajo un nuevo presidente, Mike Johnson, joven y entusiasta, revele los registros bancarios de la familia Biden y comience un proceso de acusación al presidente por soborno. El partido Demócrata de Joe Biden finge que esto no está sucediendo y parece no tener ningún plan para afrontar las consecuencias. Por el momento, todavía lo promocionan como su candidato para las elecciones de 2024, otra falsedad flagrante que se puede sumar a las mil y una afrentas contra el público que este partido ha tratado de ocultar. Muchos estadounidenses sospechan que no habrá elecciones en 2024, específicamente que quienquiera que sea presidente el próximo año invocará otra orden de emergencia nacional para posponerlas por motivos espurios. Muchos también están lejos de estar convencidos de que las elecciones de 2020 que instalaron a Joe Biden fueron honestas y legítimas.

Guerra No. 4: Esta es la guerra del pueblo estadounidense contra un gobierno que se ha vuelto rebelde. Obviamente, todavía no está en marcha, pero es fácil suponer cómo podría evolucionar.

El autor supone que podría comenzar después de una calamidad financiera que visiblemente se está gestando en los mercados de deuda. El resultado neto será un colapso del nivel de vida para todos en Estados Unidos, el colapso de las líneas de suministro y de los negocios diarios, y una pérdida muy marcada de legitimidad para las personas que han estado a cargo de cualquier cosa en este país.

Estados Unidos saldrá de esta catástrofe como una sociedad casi medievalizada con una población muy reducida, incapaz de resistir el intento de China de colonizarlos. Bastante aterrador, ¿eh? Lo único que se necesita es que Estados Unidos siga haciendo lo que está haciendo.

Sólo Estados Unidos puede restablecer el orden mundial

En este escenario y antes de que pudiera ser demasiado tarde, hay voces que llaman a Estados Unidos a restablecer el orden mundial. En un artículo de Nadia Schadlow, publicado en el influyente Wall Street Journal el pasado 6 de noviembre y titulado “Sólo Estados Unidos puede restaurar el orden mundial”, se menciona que el presidente Biden puede poner fin al caos demostrando un fuerte compromiso con la victoria en Israel y Ucrania.

La autora menciona que el caos se está extendiendo por todo el mundo como consecuencia directa del fracaso de Estados Unidos al no poder disuadir a Rusia, Irán y China de avanzar en su agenda. El equilibrio de poder en regiones clave está tambaleándose, lo que genera inestabilidad y desorden global. Nos guste o no, Estados Unidos es la única fuerza que puede restablecer el equilibrio, dice Nadia Schadlow.

En un conflicto global, como lo observó el politólogo de Yale, Nicholas Spykman (1893-1943), el éxito o el fracaso en una región tiene “un efecto inmediato y determinante en las demás”. Spykman enfatizó la importancia de prevenir el surgimiento de potencias hegemónicas cuyos “principios e ideales se oponen a todo el curso de la civilización occidental”. Este esfuerzo por controlar el poder en regiones clave del mundo ha sido un pilar de la política exterior estadounidense desde la Guerra Fría.

Las potencias revisionistas están en aumento y están decididas a alterar el orden global. Rusia e Irán han realizado jugadas regionales destructivas, mientras que China se prepara para sus propios movimientos en el Mar de China Meridional y Taiwán. Para agravar estas demostraciones de poder (y brutalidad) está la voluntad de estos países de dejar de lado sus diferencias para confabularse contra los intereses estadounidenses. Las potencias revisionistas ven a Estados Unidos como débil y en decadencia. La cuestión es si Estados Unidos podrá recuperar la iniciativa y restablecer el balance de poder.

Desde mediados de la década de 2000, Estados Unidos y sus aliados han olvidado el objetivo central de la geopolítica: mantener el equilibrio del poder militar y así disuadir a las potencias revisionistas en regiones críticas. Muchos formuladores de políticas estadounidenses pensaron que el poder blando, y no el poder militar, conduciría a los países hacia la cooperación y la liberalización. En cambio, la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014 y la invasión del este de Ucrania prepararon el escenario para el primer episodio de perturbación regional: la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022. Moscú recordó al mundo que a pesar de sus relativas debilidades, sus ambiciones de ejercer su poder sobre Europa Central se han mantenido constantes. Hasta ahora, la guerra de Vladimir Putin ha causado más de 500 mil muertes, realineado los flujos mundiales de energía y el comercio de alimentos, y ha provocado miles de millones de dólares en pérdidas económicas.

Los bárbaros ataques de Hamás en Israel provocaron inestabilidad en un segundo escenario crítico: Oriente Medio. Irán es la potencia regional que mueve los hilos ahí. Durante años, Irán ha moldeado el campo de juego en Medio Oriente a su favor. A pesar de las sanciones económicas impuestas por Occidente, Teherán utilizó hábilmente su conjunto de herramientas militares y diplomáticas. Fue ayudado por el cambio deliberado de la administración Obama para mejorar el papel regional de Irán y alejarse de la política de contención de Estados Unidos. Mientras tanto, Irán aumentó el apoyo a un “eje de resistencia”. Sus aliados terroristas Hezbollah y Hamas proporcionaron a Irán fuerzas expedicionarias y guerrilleras proxy, cambiando el equilibrio de poder militar en la región.

La relajación de las sanciones a las ventas de petróleo iraní por parte de la administración Biden y su acuerdo de septiembre para liberar 6 mil millones de dólares a cambio de liberar a cinco rehenes estadounidenses envalentonaron aún más a Teherán. El dinero es fungible. Con esta nueva transferencia, Irán estaba en condiciones de desviar miles de millones para provocar un caos regional adicional.

China está desestabilizando una tercera región clave del mundo: Asia. Beijing está decidido a controlar el Mar de China Meridional, la vía por la que transitan miles de millones de dólares en transporte marítimo. El programa de construcción de islas de China y la militarización de la región han ampliado el control de Beijing y amenazan la libertad de navegación. China ha intensificado sus actividades navales allí, teniendo altercados con Filipinas y bloqueando sus barcos. La presión de Beijing sobre Taiwán está aumentando. El ejército chino ha enviado aviones y barcos a la zona mientras perfecciona su estrategia para bloquear la nación insular. China tiene la armada más grande del mundo medida por el número de buques, con una combinación de sus buques de guerra militares y su flota de marina mercante dispersa por todo el mundo.

En estas tres regiones (Europa Central, Medio Oriente y Asia) los aliados antinaturales se apoyan mutuamente en la búsqueda de un nuevo equilibrio global que pone en desventaja significativa a Estados Unidos y sus aliados. Un año después de la invasión rusa de Ucrania, para conmemorar su “amistad sin límites”, el presidente Xi Jinping de China mencionó que estaban sucediendo acontecimientos “que no habíamos visto en 100 años” y que Rusia y China estaban “impulsando estos cambios juntos”.

En el ámbito diplomático, China jugó un papel clave al presionar a los países para que no condenaran la agresión de Putin a Ucrania. El apoyo económico de China a Rusia ha aumentado, particularmente a través de compras de petróleo ruso, y es probable que Beijing también haya suministrado a Moscú armas, refacciones y más. Teherán está canalizando drones, proyectiles de artillería, municiones y rondas de tanques al esfuerzo bélico ruso. Es probable que parte de esto fuera recíproco, dada la cooperación de defensa de Moscú con Irán. Teherán tiene pedidos de aviones de combate, helicópteros de ataque, radares y aviones de entrenamiento de combate rusos. Según se informa, los pilotos iraníes comenzaron a entrenar en Rusia para volar el Sukhoi Su-35, un avión de combate avanzado, en la primavera de 2022.

El desafío para Estados Unidos ahora es restablecer el equilibrio en el mundo sin iniciar la Tercera Guerra Mundial. La gestión por parte de la administración Biden de la respuesta israelí en Gaza y la continuación de la guerra en Ucrania son cruciales. Los adversarios de Estados Unidos están observando y en función de la fortaleza o debilidad que muestre, han su siguiente movimiento.

La autora finaliza mencionando que Estados Unidos no puede permanecer pasivo en su apoyo a sus aliados. No basta con ser el arsenal de la democracia. Estados Unidos tiene capacidades militares y de inteligencia únicas que pueden ayudar a Israel y Ucrania a derrotar amenazas existenciales a su soberanía. Los diplomáticos estadounidenses deben convencer al mundo árabe –particularmente a los países del Golfo Pérsico– de que una región dominada por Irán y agitada por conflictos condenará a sus economías en crecimiento. Si Estados Unidos tiene éxito, enviará un mensaje claro a China sobre los peligros de meterse con los amigos de Estados Unidos. La gran incognita de todo esto es a qué costo se podría lograr y si por el riesgo de escalada nuclear vale la pena el esfuerzo.

Director General GAEAP*

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