COLUMNA: Costos de la guerra contra la inflaciĆ³n.

A un costo muy elevado, pero aparentemente las cosas van mejorando en materia de la lucha contra la inflación de precios al consumidor, al menos en lo que respecta a Norteamérica. Entre septiembre y octubre, la tasa de inflación interanual bajó de 7.0% a 6.9% en el caso de Canadá, disminuyó de  8.2% a 7.7% en Estados Unidos, mientras que en México retrocedió de 8.7% a 8.4%. Siguen siendo niveles inaceptables de inflación, pero parece ser que en los tres países ya se alcanzó el pico inflacionario.

En el caso de Estados Unidos, es muy positivo para todo el mundo, que se registraron menores alzas interanuales en todos los componentes del índice de precios al consumidor. Su inflación de alimentos bajó a 10.9% (11.2% septiembre), la de energéticos fue de 17.6% (19.8% septiembre), mientras que la subyacente disminuyó a 6.3% (6.6% septiembre).

Esta mejora en la inflación se debe a que el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) ha realizado agresivas alzas en su tasa de interés de fondos federales hasta llevarla a un rango de 3.75% a 4.00%. Además de que los precios del petróleo se han estabilizado en torno a los 80-90 dólares por barril. Y lo más importante, ayuda el que los precios mundiales de los alimentos siguen bajando. Entre septiembre y octubre, nuevamente disminuyó el Índice de precios de los alimentos de la FAO (-0.1%), con lo que liga su séptima caída mensual. De esta manera, el valor del índice en octubre de 2022 se encuentra sólo 2.0% arriba del nivel de octubre de 2021. No sé cuándo veremos esto reflejado en nuestra cartera, pero de acuerdo con la FAO, la buena noticia es que los precios de los alimentos ya son prácticamente iguales a los de hace un año.

Como ya lo mencioné, en el caso de México la inflación general interanual de precios al consumidor disminuyó de 8.70% en septiembre a 8.41% en octubre; pero el problema es que esto se dio gracias a que la inflación no subyacente (la de bienes agropecuarios y energéticos) bajó a 8.36%, mientras que la inflación subyacente (la de mercancías y servicios) aumentó a 8.42%, su nivel más alto desde agosto de 2000.  

La inflación subyacente es muy importante debido a que es un indicador de la tendencia o inercia en el crecimiento de los precios de los bienes y servicios que consumimos. Por lo tanto, su distinción técnica respecto a la medida de la inflación general radica en que deja fuera del cálculo a las variaciones de los precios de ciertos bienes y servicios, que pueden resultar más volátiles debido, por ejemplo, a perturbaciones extremas y ajenas a la demanda interna.

Así, al analizar a detalle la inflación subyacente de 8.42% en octubre, tenemos que esta se divide en dos rubros: la de Mercancías (que registró 11.15%) y la de Servicios (que fue de 5.3%). La inflación de Mercancías a su vez tiene dos componentes: Alimentos, bebidas y tabaco (13.95%) y Mercancías no alimenticias (8.03%). Por su parte, la inflación de Servicios tiene tres componentes: Vivienda (3.14%), Educación / colegiaturas (4.49%) y Otros servicios (7.33%).

Si ahora analizamos a detalle la inflación no subyacente, la cual fue de 8.36%, vemos que tiene dos componentes: Agropecuarios (que registró un alza de 14.25%) y Energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno (que fue de apenas 3.77%). Ahora, la inflación de productos agropecuarios tiene dos componentes: Frutas y verduras (12.63%) y Pecuarios (15.61%). Por su parte, la inflación de Energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno, también tiene dos componentes: Energéticos (3.1%) y Tarifas autorizadas por el gobierno (5.42%).

Se debe destacar que con el dato de inflación  de precios de energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno de apenas 3.77%, queda claro que el que está haciendo el mayor esfuerzo para contener el alza general de precios es el gobierno. Esto lo vemos principalmente en la forma de una menor recaudación del IEPS a las gasolinas y diésel y lo constatamos con el dato de que la recaudación de este impuesto, el cual pasó de 185.4 miles de millones de pesos (mmdp) en los primeros 9 meses de 2021 a ser de -85.7 mmdp en los mismos meses de 2022. En otras palabras, el no cobro de IEPS a gasolina y diésel y el subsidio gubernamental que se ha dado a estos combustibles ha evitado que la inflación sea de doble dígito y un mayor problema.   

En función de lo anterior, diversos analistas volvieron a ajustar sus pronósticos de inflación para el cierre de año, como es el caso del Grupo Financiero Citibanamex, quienes publicaron que esperan que la inflación subyacente anual alcance su pico de 8.6% en noviembre, y cierre el año en 8.3%. Para la inflación general, esperan que los efectos de base de comparación provoquen que ésta se presione ligeramente al alza en diciembre y la ubican en 8.6%.

Entonces, derivado de que las expectativas inflacionarias siguen deterioradas y la inflación subyacente sigue subiendo, es que el 10 de noviembre, la Junta de Gobierno del Banco de México decidió, en votación dividida de 4 a 1, volver a aumentar su tasa de interés objetivo en 0.75 puntos porcentuales a un nivel de 10.00%, el nivel más alto desde que se creo el mecanismo de objetivo de tasa de interés. El aumento de 75 puntos base ya era ampliamente esperado por el mercado, no fue sorpresa para nadie. La pregunta que muchos se hacen es si este fue el final del ciclo alcista de tasas de interés, en virtud de que la inflación empieza a disminuir. La respuesta es un rotundo NO. Si bien se espera que hacía el futuro las alzas de tasas sean más moderadas, diversos analistas, entre ellos nosotros en GAEAP, esperamos que la tasa objetivo concluya el año en 10.50% y vendrán más alzas en 2023.

La expectativa del mercado se puede constatar calculando la tasa de interés implícita de los Cetes a 28 días, tomando los datos del resultado de la subasta del martes 8 de noviembre. En GAEAP estimamos que el mercado espera que los Cetes a 28 días paguen 10.57% dentro de 3 meses, tengan un rendimiento de 10.96% dentro de 6 meses y de 10.67% dentro de dos años. En términos simples, lo que esto nos dice es que la tasa objetivo del Banxico podría aumentar hasta 11.00% a mediados del 2023 y se quedará en un nivel elevado durante un buen tiempo (dos años), disminuyendo muy gradualmente. 

Claro que la evolución de las tasas de interés esta ligado a lo que suceda con la inflación. En este sentido, en el comunicado emitido por el Banxico con motivo de su decisión de política monetaria, se menciona que se anticipa que la inflación converja a la meta de 3% hasta el  tercer trimestre de 2024. Sin embargo, estas previsiones están sujetas a riesgos.

Los riesgos de que la inflación sea más alta de lo que se anticipa son: i) persistencia de la inflación subyacente en niveles elevados; ii) presiones inflacionarias externas derivadas de la pandemia; iii) mayores presiones en los precios agropecuarios y energéticos por el conflicto geopolítico; iv) depreciación cambiaria; y v) presiones de costos. Ahora, los eventos que podrían hacer que la inflación disminuya más rápidamente son: i) una desaceleración de la economía global mayor a la anticipada; ii) una disminución en la intensidad del conflicto geopolítico; iii) un mejor funcionamiento de las cadenas de suministro; iv) un menor traspaso de algunas presiones de costos; y v) un efecto mayor al previsto de las medidas del Gobierno Federal ante la carestía.  Para el Banxico es mayor la probabilidad de que materialicen los riesgos que podrían hacer que la inflación sea más alta.

Así pues, podemos concluir que si hay avances en la lucha contra la inflación, pero hay un grave problema con su componente subyacente y eso hará que vivamos un periodo largo de elevadas tasas de inflación en México. Es importante destacar que los severos ajustes en la tasa de interés en México explican buena parte de la fortaleza del peso mexicano, el cual llegó a estar en niveles de 19.32 unidades por dólar la semana que recién concluye. Este puede ser considerado como otro costo asociado a la lucha contra la inflación, ya que este super peso perjudicará a las exportaciones y provocará mayores importaciones, lo que dañará a la planta manufacturera nacional.

Es obvio también que el mantener tasas de interés de referencia tan elevadas durante mucho tiempo (arriba del 10% los próximos dos años) tendrá un impacto negativo para todos los que tenemos deudas (personas, empresas y gobiernos), quienes tendremos que pagar más intereses. Además de que el encarecimiento del crédito provocará menos consumo privado e inversión productiva. Es por ello que la enorme mayoría de analistas estima que el año entrante el PIB de México no crecerá más allá de un 1.0%, lo que provocará menor creación de empleos. Podemos anticipar que la escasez de mano de obra que vemos en muchos sectores productivos terminará el año que viene y que desafortunadamente nuevamente veremos un crecimiento del empleo en la economía informal. Todos estos son los costos de esta guerra contra la inflación.  

 

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com  

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