Finanzas públicas “detenidas con alfileres”
Con motivo de varios de los datos que dio el presidente Andrés Manuel López Obrador en su cuarto Informe de Gobierno, decidí escribir sobre la situación actual de las finanzas públicas en México. Es un tema árido, con muchos datos, pero es importante saber cómo estamos ya que de esto dependen muchas cosas, entre las que destacan, la calificación que nos asignan las agencias calificadoras de riesgo como Standard & Poor´s, Moody´s y Fitch Ratings.
Recién se dio a conocer la situación de las finanzas públicas al mes de julio de 2022. Analizando a detalle las estadísticas oportunas de las finanzas públicas, proporcionadas por la Secretaría de Hacienda y Crédito Pública (SHCP), vemos que si bien se ha mantenido cierta “disciplina” de las finanzas, es evidente la debilidad de éstas por: 1. Los subsidios otorgados al Impuesto Especial a Productos y Servicios (IEPS) de gasolinas y diesel; 2. Cada año se regalan más y más miles de millones de pesos a personas a través de subsidios y transferencias; 3. El crecimiento de la deuda pública a una tasa superior a la de la inflación, en un momento en el que las tasas de interés están en aumento; 4. Se han despilfarrado los ahorros de pasados gobiernos, como ejemplo está el caso del Fondo de Estabilización Presupuestal que inició este sexenio con aproximadamente 300 mil millones de pesos y ahora cuenta con el 10% de su capital inicial. Todo en un contexto de escaso crecimiento económico ante la ausencia de políticas fiscales contracíclicas. A continuación se detalla la situación de las finanzas públicas, agrupada en tres apartados: ingresos, egresos y saldo de la deuda pública.
Ingresos públicos
En el acumulado de los primeros siete meses de 2022, los ingresos del sector público federal sumaron 3.86 billones de pesos, lo que representa un incremento real de 5.3% respecto a los mismos meses de 2021. Del total de ingresos, 760.9 miles de millones de pesos (mmdp) fueron ingresos petroleros, mientras que los restantes 3.101 billones de pesos fueron ingresos no petroleros. Aquí el punto a destacar es que el aumento de los ingresos totales del sector público federal se debe a que los petroleros aumentaron 39.3% real, lo que a su vez obedece al aumento del precio internacional del petróleo. Esto enciende algunos focos amarillos, ya que los ingresos no petroleros observan una caída real de -0.7%. En palabras sencillas, los ingresos se mantienen en línea gracias a que el precio del petróleo se ha mantenido por arriba de lo presupuestado. La situación se analiza a continuación.
De los ingresos no petroleros del sector público federal que sumaron 3.101 billones de pesos en los primeros siete meses de 2022, tenemos que 2.567 billones corresponden a ingresos del gobierno federal, 301.9 mmdp fueron de los Organismos de control presupuestario directo y los restantes 231.4 mmdp correspondieron a ingresos de la Empresa productiva del estado (CFE). Nuevamente se ve la debilidad de las finanzas públicas, cuando analizamos que en términos reales, en el comparativo de los primeros siete meses de 2022 respecto de los mismos meses de 2021, los ingresos del gobierno federal cayeron -1.5 por ciento. ¿A qué se debió esto?
Los ingresos del Gobierno Federal en los primeros siete meses de 2022, por un monto de 2.567 billones de pesos, se componen de dos fuentes, los Tributarios que sumaron 2.341 billones de pesos y los no tributarios que ascendieron a 226.3 mmdp. Respecto a estas fuentes de ingreso, en los primeros siete meses de 2022, los Tributarios crecieron apenas 1.0% en términos reales y los no tributarios cayeron -21.9% a tasa anual en términos reales.
Estas cifras adquieren un matiz más negativo cuando se toma en consideración que si comparamos los ingresos de julio de 2022 con los del mismo mes de 2021, vemos que los ingresos totales del Gobierno Federal presentan una caída en términos reales de -10.5%, producto de que los Tributarios se contrajeron -9.4% y los No tributarios -23.6 por ciento.
¿A qué se debe la debilidad de los ingresos tributarios? Como ya se mencionó, en el acumulado de los primeros siete meses de 2022, los ingresos tributarios sumaron 2.341 billones de pesos, y estos provinieron de las siguientes fuentes (en paréntesis se indica el porcentaje de variación real anual respecto del mismo periodo de 2021): de Impuesto Sobre la Renta (ISR) fueron 1.421 billones de pesos (15.3%), de Impuesto al Valor Agregado fueron 751.34 mmdp (4.0%), de Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios (IEPS) fueron sólo 56.1 mmdp (-79.5%), de Impuestos a la Importación (IGI) fueron 51.7 mmdp (23.5%), de Impuesto por la actividad de exploración y explotación de hidrocarburos fueron 4.2 mmdp (-3.3%), y de Otros impuestos fueron 56.28 mmdp (31.3%).
Destacan dos elementos del párrafo anterior: en primer lugar, el crecimiento de la recaudación por ISR y lo cual obedece al crecimiento de algunas actividades económicas qué están dentro de la formalidad (hay que recordar que la informalidad no paga ISR), así como a los actos de fiscalización por parte del Servicio de Administración Tributaria (SAT). En segundo lugar, destaca la caída en la recaudación de IEPS de -79.5% en términos reales. La evolución del IEPS se explica porque el que se cobra a gasolinas y diesel pasó de una recaudación de 152.7 mmdp en los primeros siete meses de 2021 a ser negativo en -56.81 mmdp en los mismos meses de 2022. Tal y como lo ha mencionado el gobierno federal, respecto a este impuesto, no sólo no se cobró en algunos meses, sino que se otorgó un subsidio con el objetivo de mantener “estables” los precios de los combustibles. Por otra parte, respecto al IEPS que se cobra a bienes distintos a la gasolina y diesel, éste fue de 112.9 mmdp en los primeros siete meses de 2022, lo que implica un aumento real de apenas 3.3% en términos reales.
Gasto público
En materia de gasto del sector público federal presupuestario, en los primeros siete meses de 2022, éste sumó 4.108 billones de pesos, lo que representa un incremento real de 3.4% respecto de los mismos meses de 2021. De este total de gasto, 2.982 billones de pesos correspondieron al gasto Programable, con un aumento real anual de 1.6%; mientras que el gasto No programable sumó 1.126 billones de pesos con un incremento real anual de 8.5%.
Del gasto programable total de 2.982 billones de pesos en los primeros siete meses de 2022, el 79.0% fue gasto corriente, mismo que sumó 2.355 billones de pesos con un aumento real anual de 1.3%, mientras que el gasto de capital representó el 21.0% del total, con un monto de 626.6 mmdp y un crecimiento real anual de 2.8%.
En cuanto al gasto corriente total, de 2.355 billones de pesos, se destinaron 743.4 mmdp en servicios personales (nómina), 1.024 billones de pesos en gastos de operación y la increíble cantidad de 587.6 mmdp en subsidios y transferencias. Esta última cifra es enorme e implica un incremento de 9.3% en términos reales respecto a los primeros siete meses de 2021. Este es el dinero que el gobierno regala en sus programas asistencialistas y representa el 19.7% de todo el gasto programable del sector público federal. Es una barbaridad de dinero en apenas 7 meses del año.
Cabe señalar que en 2021 se erogó en este concepto de subsidios y transferencias la nada deleznable cantidad de 885.2 mmdp, por lo que observando el ritmo de crecimiento de este año, la cantidad erogada en subsidios y transferencias nominal fácilmente superara el billón de pesos en 2022. Este es un barril sin fondo y la cifra pronto podría ubicarse en 25% del gasto programable total.
Respecto al gasto de capital, que sumó 626.6 mmdp en los primeros siete meses de 2022, tenemos que se destinaron 443.7 mmdp a inversión física y 182.8 mmdp fueron otros gastos de capital. De esta manera, la inversión física representó el 14.9% del gasto programable total. Sabemos que gran parte de estos recursos se han destinado a las grandes obras del gobierno federal como la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el Aeropuerto Felipe Ángeles. En otras palabras, lo que podría ser considerada una importante inversión en obra pública no está generando la derrama económica en el sector de la construcción porque las obras están focalizadas y muchas de ellas las lleva a cabo el ejército. Cabe recordar que la construcción es uno de los sectores productivos más rezagados en su proceso de recuperación tras la pandemia del Covid-19.
Un rubro del gasto no programable que destaca es el del costo financiero de la deuda y éste llegó a 454.8 mmdp en los primeros siete meses de 2022, cifra que implica un incremento real de 6.3% respecto a los primeros siete meses de 2021. En la medida en que han subido las tasas de interés y se van dando vencimientos de deuda que se tienen que refinanciar, este rubro de gasto seguirá creciendo, por lo que es de esperarse que llegue a los 800 mmdp este año, presionando más el balance fiscal del sector público federal o sea, generando un mayor déficit del sector público y más deuda pública. Como referencia tenemos que el costo financiero de la deuda del sector público federal fue de 615.04 mmdp en 2018.
Finalmente, otro rubro del gasto no programable que es relevante es el de las participaciones, ya que es la principal fuente de recursos para los gobiernos estatales en virtud del injusto pacto fiscal existente. Las participaciones sumaron 667.4 mmdp en los primeros siete meses de 2022, cifra que implica un aumento real de 9.4% respecto a los mismos meses de 2021. Esta es una buena noticia. Quiero precisar que hago la mención de que es un pacto fiscal injusto porque no hay un verdadero premio a los estados que más riqueza generan, sino que los estados más ricos subsidian a los estados más pobres y con más población. Es un tema controversial que merece un editorial aparte.
Deuda pública
En materia de deuda vemos que efectivamente su tasa de crecimiento nominal en lo que va del presente sexenio es más lento en comparación del sexenio pasado, pero es innegable que la deuda sigue aumentando nominalmente e inclusive a una tasa por encima de la inflación. Esto es producto de déficit fiscales crónicos, aunque en el discurso oficial se nos quiera hacer creer otra cosa.
Las estadísticas de la SHCP muestran que el saldo de la deuda neta del sector público federal era de 10.731 billones de pesos al 30 de noviembre de 2018 y para el 31 de julio de 2022 dicho saldo llegó a 13.387 billones de pesos, lo que implica un incremento nominal de 2.656 billones de pesos, equivalente a 24.8%. Este ritmo de endeudamiento equivale a un aumento diario de la deuda del sector público a razón de 1.984 mmdp. Reitero que resulta claro que el actual gobierno federal ha seguido endeudando al país en términos nominales, aunque cabe señalar que lo ha hecho a una tasa por encima de la inflación en el periodo, misma que llegó al 20.18%.
No obstante lo anterior, dado que el PIB nominal no ha crecido en la misma proporción que la deuda neta del sector público federal, es que el peso de esta ha aumentado ligeramente. A continuación presento un sencillo análisis: el PIB nominal fue de 24.379 billones de pesos corrientes en el cuarto trimestre de 2018 y el saldo de la deuda al final de dicho año fue de 10.829 billones, lo que nos arroja que el peso de la deuda respecto al PIB fue de 44.4%. Ahora, en el segundo trimestre de 2022 el PIB nominal fue de 29.2 billones de pesos y tomando como referencia el dato del saldo de la deuda neta de 13.387 billones de pesos, pues tenemos que el peso de la deuda respecto al PIB subió a 45.8%.
Conclusiones
Resulta evidente que hay un enorme costo para las finanzas públicas al mantener el subsidio al IEPS que se cobra a las gasolinas y diesel. Esto ya sabemos que es una medida del gobierno federal para tratar de contener la inflación. Me parece que en breve ya no se necesitará este subsidio dado que los precios de las gasolinas, al menos en Estados Unidos, ya bajaron a un nivel similar al que tenían antes de la invasión de Rusia a Ucrania.
Finalmente, no debemos perder de vista que la labor de mantener un creciente gasto en subsidios y transferencias, que no genera valor, en un contexto de menor crecimiento económico, generará más y más presiones a las finanzas públicas. Esto sumado a que el costo financiero de la deuda es también cada vez más elevado derivado del alza en la tasa de interés y que la deuda pública no ha dejado de crecer en términos nominales.
Otra reflexión es que la política fiscal de los últimos cuatro años no ha sido detonante del crecimiento económico. Muestra de ello es que para el 2023, el país apenas recuperará los niveles de actividad de 2019, lo que se traducirá en cuatros años perdidos. Si comparamos el crecimiento de 2019 hasta 2023, México es de los países más atrasados al registrar un crecimiento promedio de cero por ciento. Esto mientras otros países están creciendo año con año por encima de la contracción de 2020.
No cabe duda que las finanzas públicas están detenidas con alfileres, en breve veremos el Paquete Económico 2023 a ver si no le quitan
.