ECONOMÍA: Un “nuevo y mejorado” T-MEC: positivo en el neto, aunque persistan incertidumbres.

Agencia GAEAP. 15/12/19.- Representantes de Canadá, México y los EEUU se reunieron en la Ciudad de México para firmar cambios al T-MEC, que deben resultar en su ratificación en las respectivas legislaturas de estos países. Cabe recordar que los líderes de los tres países firmaron el nuevo acuerdo el día 30 de noviembre de 2018, después de un año de negociaciones. Se requiere la aprobación legislativa antes de su implementación y, un año después de su firma, solo el Senado mexicano ha ratificado la iniciativa. La ratificación por el Congreso estadounidense era el asunto crítico a resolver, particularmente después de que el Partido Demócrata ganó el control en la Cámara de Representantes, y a la luz de asuntos claves controversiales, especialmente con respecto a los capítulos sobre trabajo, medio ambiente, y medicamentos. Así, el acuerdo firmado es el resultado de la negociación entre el Representante de Comercio de Estados Unidos (USTR por sus siglas en inglés, es decir, la Casa Blanca), el Congreso Americano (especialmente los Diputados Demócratas), y los otros dos países socios comerciales, los cuales parecen todos ellos haber finalizado los detalles sobre los asuntos pendientes.

Aunque se necesitan más detalles sobre los cambios, pero la mayoría de los analistas considera que  el nuevo acuerdo comercial debería entrar en vigor a principios de 2020. Después de que los Demócratas manifestaron su apoyo, creemos que la votación en la Cámara de Representantes puede ocurrir tan pronto como la semana del 16 de diciembre, antes del receso de la Cámara el día 20. El acuerdo todavía necesitaría la ratificación del Senado estadounidense, si bien algunos Republicanos clave han señalado que no lo votarán sino hasta después del juicio de destitución del presidente Donald Trump, implicando que lo más probable es que la ratificación del T-MEC se llevará a cabo no antes de enero próximo. Se espera que la legislatura canadiense siga entonces su ejemplo, mientras que el Senado mexicano ya hizo lo propio el pasado 12 de diciembre, lo cual se anticipaba que ocurriría sin complicaciones, especialmente dado que es un tema que encuentra consenso entre los partidos políticos mexicanos.

Como se esperaba, los cambios al T-MEC original giran alrededor del cumplimiento laboral, el medio ambiente y las patentes de medicamentos. Después de la reunión de alto nivel en la Ciudad de México, declaraciones tempranas de funcionarios de los tres países confirmaron que las modificaciones del acuerdo original involucran: a) mecanismos de cumplimiento en el capítulo laboral del nuevo tratado (23); b) mayor cumplimiento del capítulo sobre la protección ambiental (24); c) mejor protección de los datos de las empresas de biotecnología; y d) reglas de origen para el acero y aluminio utilizados en la industria automotriz.

No obstante, las incertidumbres siguen. Los detalles completos de los cambios aún tienen que darse a conocer y diferentes primeras declaraciones de los principales negociadores comerciales parecen contradecirse a primera vista. Por ejemplo, Jesús Seade, el representante mexicano, enfocó la discusión alrededor de las mejoras al cumplimiento laboral en el hecho de que no se autorizaría la visita de inspectores extranjeros a las plantas de producción en México, lo cual fue una de las “píldoras venenosas” que México se negó a tomar y que los negociadores americanos favorecieron. En cambio, las controversias laborales se resolverán únicamente entre las partes afectadas, y de no llegar a un acuerdo en 85 días, se recurriría a “paneles especializados”. Pensamos que esto es una buena idea, porque probablemente extendería el uso de este mecanismo en el contexto norteamericano y, así, anticipamos que se apliquen estas modificaciones al capítulo 31 del T-MEC respecto a la solución de controversias. No obstante, en un contexto diferente, Richard Neal, legislador estadounidense y también uno de los más importantes representantes involucrados en el acuerdo por parte de EEUU, sugirió que las inspecciones en las plantas de producción en México por autoridades estadounidenses sí serían posibles bajo el nuevo acuerdo. Más tarde, la Comisión de Medios y Arbitrios (Ways and Means Committee) publicó un comunicado mencionando que “agregados laborales” (labor attachés) basados en la Ciudad de México proporcionarán información in-situ sobre la situación de las prácticas laborales en México—aunque omitió detalles sobre el país de origen de tales agregados. Así, al momento de escribir estas líneas todavía se desconoce las letra pequeña.

De cualquiera manera, las modificaciones hechas al T-MEC original parecen más manejables que las “píldoras venenosas” de la negociación original. Por ejemplo, de lo que conocemos hasta ahora, los cambios sobre las patentes de medicamentos representan esencialmente una concesión del USTR a la mayoría Demócrata en el Congreso, lo cual consideramos ligeramente positivo para México. Con respecto al cumplimiento laboral, nuestra interpretación de los pedacitos de información aquí y allá hasta ahora es que probablemente México no va a permitir que inspectores extranjeros visiten plantas de producción en México, aunque sí veremos “requerimientos de reportes en curso al Congreso (de Estados Unidos)” y una “verificación de cumplimiento por expertos independientes en materia laboral” (probablemente mexicanos y bajo acuerdo previo entre México y EEUU).

Los impactos para México son favorables, aunque pensamos que, más que crear significativos riesgos al alza para el crecimiento, esta noticia mitiga una importante fuente de riesgos a la baja. Creemos que esto es en el neto positivo para la región y para México en particular porque:

Primero, la noticia crea una inercia positiva en un área clave de la compleja relación bilateral EEUU-México, lo que es especialmente bienvenido al principio de un año electoral en EEUU.

Segundo, consideramos que algunos de los aspectos de modernización del T-MEC (por ejemplo, la propiedad intelectual y el comercio digital) sí van a abrir oportunidades de negocio, aunque pensamos que su materialización será gradual.

Tercero, refuerza el atractivo del sector manufacturero de exportación de México relativo a otros competidores como China, particularmente entre firmas estadounidenses operando en ambos países, pero también para empresas extra-regionales dispuestas a diversificar su localización de producción.

Esto último en particular podría ser en principio más inmediato. Ya hemos aprendido que han ocurrido algunos casos de desviación de comercio e inversión que parecen estar respaldados por los datos firmes: mientras que la participación de las importaciones provenientes de China en las importaciones de bienes manufactureros de EEUU bajó del 25% en 2018 al 22% en 2019, México experimentó un cambio en la dirección contraria (del 14% en 2018 al 15% en 2019, a pesar de la recesión industrial en México), con algunos de estos cambios haciéndose más dramáticos a nivel sectorial y particularmente en sectores donde los dos países han competido durante muchos años.

En general, lo que importa es que la señal de que el obstáculo final para su implementación ya está detrás de nosotros. Sí, algunas incertidumbres persisten, no menos importantes las relacionadas con su implementación aún después de que sea ratificado el acuerdo. También, no todos los sectores se benefician del cambio de reglas entre el TLCAN y el T-MEC, como se ha argumentado previamente. Sin embargo, además del cambio potencial a la narrativa económica en medio de altas incertidumbres y una economía débil (particularmente en México), la noticia puede dar también un impulso muy necesario a la confianza del sector privado.

En EEUU, el T-MEC revisado, una vez ratificado, probablemente se presentará como una victoria tanto por los Demócratas como los Republicanos y debería ayudar a reducir parte de la incertidumbre que afecta a la región. Además, el T-MEC servirá como modelo para acuerdos estadounidenses en un futuro, incluyendo las provisiones sobre transparencia en el mercado cambiario y la negociación con economías no de mercado. En México, con la inversión privada estancada o en contracción durante los últimos años, el acuerdo renovado puede ofrecer a las compañías un sentido más claro de lo que serán las reglas del juego hacia adelante. De cualquier manera, mientras que 2020 todavía será un año desafiante, el respaldo de los tres países para finalmente resolver el T-MEC es seguramente una buena noticia.

Con información de Citibanamex*

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