México está sumido en un círculo vicioso en el que el crecimiento económico ha sido bajo porque el mercado interno es débil, lo que nos hace depender ampliamente de las exportaciones y de la inversión extranjera si queremos crecer más rápidamente. Y entonces como el crecimiento económico es bajo, pues la creación de empleos formales es mediocre y los aumentos salariales apenas superan la tasa de inflación, lo que provoca que el mercado interno se mantenga débil y que sigamos dependiendo del exterior.
Si a lo anterior le sumamos las promesas incumplidas por parte del gobierno federal, el duro golpe que representó para las familias el que el gobierno haya aumentado impuestos este año, y que se haya limitado el uso de circulante para diversas transacciones económicas, pues el escenario sigue siendo de pérdida de confianza entre la población en general; y muestra de ello es que todos los meses desde octubre de 2013 el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) que publica el INEGI presenta caídas en su comparativo anualizado.
Y no se requiere ser un genio para saber que si las personas se sienten pesimistas, su nivel de consumo será menor al que tendrían si se sintieran optimistas.
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