Muchas cosas se le puede cuestionar a Stranger Things, pero ninguna de ellas es su impecable reconstrucción de época. Las dos primeras temporadas emitidas en Netflix muestran una historia bien ambientada, con acertadas referencias musicales y una estética que remite a la propia niñez/adolescencia con un fuerte componente nostálgico. Parte de su éxito -al igual que sucede en cualquier producción de calidad- se debe a la atención que le presta a los detalles. Hasta los más pequeños, como el calzado.