ECONOMÍA: Reunión de la Junta de Gobierno del Banco de México, con motivo de la decisión de política monetaria anunciada el 20 de diciembre de 2018.

1. EVOLUCIÓN ECONÓMICA Y FINANCIERA RECIENTE Y PERSPECTIVAS

La presente Sección fue elaborada por las Direcciones Generales de Investigación Económica y de Operaciones de Banca Central, ambas del Banco de México.

1.1. Actividad económica mundial

Se estima que durante el cuarto trimestre de 2018 la economía mundial ha continuado expandiéndose, si bien posiblemente a un ritmo menor que el registrado en la primera mitad del año y con heterogeneidad entre regiones y países. Para el mediano plazo se prevé que la actividad económica global siga creciendo, aunque a un ritmo menor que el registrado en 2018. Dicha desaceleración podría exacerbarse en caso de que se materialicen riesgos derivados de un escalamiento de las disputas comerciales o de un apretamiento en las condiciones financieras globales, aunque este último se ha reducido recientemente. A estos factores de riesgo se suman la volatilidad de los precios del petróleo y diversos elementos de incertidumbre política y geopolítica en algunas regiones del mundo.

En Estados Unidos, los indicadores disponibles sugieren una moderación de la actividad económica durante el cuarto trimestre, después de crecer a una tasa trimestral anualizada y ajustada por estacionalidad de 3.5% en el tercero. El gasto en consumo privado ha seguido siendo apoyado por los estímulos fiscales, el crecimiento del empleo, la confianza de los hogares y, recientemente, por los menores precios de la gasolina. En contraste, la inversión residencial ha seguido perdiendo vigor y se prevé que continúe contrayéndose, debido, en parte, a las mayores tasas de interés, los elevados costos para la construcción y los menores incentivos fiscales para la vivienda. Asimismo, las cifras disponibles sobre comercio internacional apuntan a una contribución negativa de las exportaciones netas, reflejando la apreciación del dólar y la implementación de medidas arancelarias a nivel mundial. Además, la incertidumbre sobre las perspectivas de la economía de ese país en el corto y mediano plazo ha aumentado como resultado del riesgo latente de una intensificación de las tensiones comerciales y de un apretamiento adicional en las condiciones financieras.

La producción industrial en Estados Unidos aceleró su ritmo de crecimiento en noviembre, al pasar de un aumento mensual de 0.1% en octubre a uno de 0.6% en noviembre. El mayor crecimiento se debió al continuo avance de la producción minera y a la fuerte expansión del suministro de electricidad y gas que se derivó de una mayor demanda por energéticos como consecuencia de las temperaturas inusualmente bajas en varias regiones de ese país. En contraste, la actividad manufacturera se mantuvo débil, posiblemente como reflejo de los efectos de la apreciación del dólar y de la debilidad de la demanda externa.

El mercado laboral en Estados Unidos ha continuado fortaleciéndose, aunque a un ritmo más gradual. La nómina no agrícola se expandió en 155 mil plazas en noviembre, cifra menor a las 200 mil plazas mensuales que se habían creado en promedio en los meses anteriores, pero superior al necesario para cubrir el crecimiento de la fuerza laboral. De tal forma, la tasa de desempleo se mantuvo en 3.7% en noviembre, su menor nivel desde hace casi cinco décadas, y por debajo de la tasa natural de desempleo estimada por la Oficina de Presupuesto del Congreso de ese país (CBO, por sus siglas en inglés). A su vez, otros indicadores también muestran indicios de un menor ritmo de apretamiento en el mercado laboral, destacando el aumento en las solicitudes iniciales de desempleo y el menor porcentaje de empresas con plazas vacantes. Cabe señalar que, no obstante el menor ritmo de apretamiento del mercado laboral, el dinamismo y la menor holgura que este mercado ha mostrado a lo largo de 2018 respecto del año pasado han conducido a una aceleración en el crecimiento de los salarios.

En la zona del euro, los indicadores disponibles al cuarto trimestre apuntan a una recuperación del crecimiento económico menor a la anticipada, después de que la actividad económica se expandiera durante el tercer trimestre tan solo 0.6% a tasa trimestral anualizada y ajustada por estacionalidad. La debilidad en el último trimestre del año es atribuible a un desvanecimiento más lento de lo esperado de los factores transitorios que afectaron a algunos países de la región durante el tercer trimestre, particularmente Alemania e Italia. En efecto, los índices de gerentes de compras del sector manufacturero y la confianza de los negocios mantuvieron su tendencia negativa. Asimismo, en octubre la tasa de desempleo permaneció en 8.1% por cuarto mes consecutivo, reflejando un menor ritmo de apretamiento en el mercado laboral. No obstante, con información al tercer trimestre, los salarios han registrado una aceleración en su ritmo de crecimiento, reflejando la menor holgura del mercado laboral en la región.

En Japón, las cifras disponibles sobre producción industrial y ventas al menudeo sugieren un repunte de la actividad económica en el cuarto trimestre, luego de que en el tercero esa economía se contrajera 2.5% a tasa trimestral anualizada y ajustada por estacionalidad, debido al mal clima y a los efectos de ciertos desastres naturales. Por su parte, diversos indicadores continúan apuntando a que las condiciones del mercado laboral se mantienen estrechas, con una tasa de desempleo cercana al mínimo de los últimos 25 años. No obstante, la economía japonesa enfrenta riesgos para el crecimiento derivados de las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos y del incremento al impuesto al valor agregado que entrará en vigor a finales de 2019.

En las economías emergentes, el crecimiento del cuarto trimestre parece estarse estabilizando en un nivel más bajo que el observado en el primer semestre, aunque existe una elevada heterogeneidad entre economías. En China, la información más reciente refleja una mayor debilidad de la actividad económica, mientras que otras economías, como Turquía y Argentina, continúan reflejando los efectos negativos del deterioro de sus condiciones financieras.

Los precios internacionales de las materias primas mostraron un comportamiento mixto durante las últimas semanas. Por una parte, los precios del petróleo extendieron la caída que venía observándose desde principios de octubre como resultado de los altos niveles de producción de crudo en Estados Unidos, Rusia y Arabia Saudita, así como por preocupaciones de que un menor ritmo de expansión en la economía mundial debilite la demanda por petróleo. Lo anterior motivó a que a inicios de diciembre los países miembros de la OPEP y otros productores de petróleo acordaran un recorte en la producción de crudo de 1.2 millones de barriles diarios a partir de enero de 2019 por un periodo de seis meses. No obstante, los precios del petróleo continuaron disminuyendo ante los temores de que dichos recortes pudieran ser insuficientes para equilibrar la oferta y la demanda de crudo a los precios entonces prevalecientes. Por otra parte, los precios de los metales industriales registraron un comportamiento errático ante la incertidumbre generada por las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, así como por la desaceleración de la actividad económica en este último país. Finalmente, los precios de los granos repuntaron como reflejo de la expectativa de un aumento en la demanda por parte de China, de la tregua comercial alcanzada entre China y Estados Unidos, y de la expectativa de un impacto negativo en la oferta de estos bienes derivado de las primeras nevadas en zonas de cultivo estadunidenses.

1.2. Política monetaria y mercados financieros internacionales

En los últimos meses, la inflación en las principales economías avanzadas ha moderado su tendencia al alza, en un contexto en el que se han observado menores precios de la energía y un menor dinamismo económico. En particular, en Estados Unidos, si bien el deflactor del consumo todavía se sitúa alrededor de la meta del banco central, su componente subyacente se ubicó nuevamente por debajo de 2%. Por su parte, en la zona del euro y Japón la inflación subyacente continuó en niveles bajos e inferiores a las metas de sus bancos centrales

En este entorno, si bien se sigue esperando que las autoridades monetarias continúen con el proceso de normalización de la política monetaria, se anticipa que el ajuste sea menor al previsto hace unos meses y que este se lleve a cabo a un ritmo más lento.

Conforme a lo esperado, en su reunión de diciembre la Reserva Federal incrementó el rango objetivo para la tasa de referencia en 25 puntos base, situándola en un rango de 2.25% a 2.50%. Dicha institución prevé que hacia adelante el ritmo de normalización de su postura monetaria será más gradual a lo previamente anunciado. Además, declaró que en la determinación del rumbo de su política monetaria se tomará en consideración la situación de la economía mundial, las condiciones financieras y sus implicaciones para las perspectivas económicas. Los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto revisaron a la baja sus perspectivas de crecimiento e inflación para 2018 y 2019 con respecto a lo estimado en septiembre, si bien describieron el ritmo de expansión de la economía como aún elevado. Adicionalmente, la mediana de los pronósticos de los miembros de este Comité para el número de incrementos en la tasa de interés de referencia durante 2019 se redujo de tres alzas de 25 puntos base a dos, al tiempo que la expectativa correspondiente para 2020 se mantuvo en un alza adicional. Asimismo, su estimación para la tasa de interés de largo plazo se revisó de 3% a 2.75%. Por su parte, las probabilidades implícitas en variables de mercados financieros anticipan menos de un alza en el rango de la tasa de fondos federales en 2019, e incluso comienzan a incorporar una posible reducción en la misma en 2020. Asimismo, algunas corredurías han ajustado a la baja sus pronósticos de incrementos de la tasa de referencia para el próximo año, aunque existe mucha divergencia entre los estimados de las mismas.

En su reunión de diciembre, el Banco de Canadá mantuvo la tasa de referencia sin cambio en 1.75%, aunque mostró un tono más cauteloso que en decisiones previas. En particular, enfatizó que los conflictos comerciales han tenido un impacto pronunciado en la demanda global. Además, esa institución destacó que, derivado de la caída en los precios del crudo, el desempeño del sector energético en esa economía pudiera ser más débil que lo actualmente anticipado y que la tasa de inflación podría disminuir más que lo previsto. Finalmente, señaló que los incrementos futuros dependerán de la evolución de los datos económicos y de otros factores, entre los que destacan el impacto en la actividad económica de alzas previas en la tasa de referencia, la evolución de los precios del crudo y las políticas comerciales a nivel global. En este contexto, la expectativa del siguiente aumento en la tasa de referencia implícita en variables de mercado se postergó de inicios a mediados de 2019.

Por su parte, en su reunión de diciembre, el Banco Central Europeo (BCE) mantuvo sin cambio la tasa de referencia en 0% y la tasa de depósitos y préstamos en -0.4% y 0.25%, respectivamente, reiterando que estas se mantendrán en los niveles actuales por lo menos hasta el verano de 2019 y, en cualquier caso, durante el tiempo que sea necesario para garantizar la convergencia de la inflación a niveles cercanos a 2% en el mediano plazo. Asimismo, confirmó que el programa de compra de activos terminará este año y reiteró que reinvertirán el vencimiento de los bonos en su balance por un tiempo prolongado que se extenderá incluso más allá del primer incremento en la tasa de referencia. Además, ese banco central ajustó a la baja los pronósticos de crecimiento para este año y el próximo debido a que el balance de riesgos se ha deteriorado, al tiempo que estima que la inflación converja en el mediano plazo hacia el objetivo.

Por otra parte, en la mayoría de las economías emergentes la inflación general siguió aumentando gradualmente como reflejo del incremento observado hasta principios de octubre en los precios de los energéticos, de la depreciación previa de sus divisas, de la mayor inflación subyacente derivada de la menor holgura en muchas de estas economías, así como de diversos factores idiosincrásicos. En consecuencia, la mayoría de los bancos centrales han mantenido una retórica restrictiva. Así, los bancos centrales de Indonesia, Filipinas, Israel, Sudáfrica y Corea elevaron sus tasas de interés durante el periodo referido. No obstante, se prevé que las presiones inflacionarias se moderen en este grupo de países ante la reciente disminución en los precios de las gasolinas, particularmente en aquellos países en los que dicho rubro contribuye significativamente en el cálculo de la inflación. Lo anterior podría derivar en una pausa en los procesos de alza de tasas de referencia en algunas de estas economías.

En este entorno, y ante los indicios de una desaceleración económica en países desarrollados y la persistencia de varios factores de riesgo, los mercados financieros internacionales mostraron una mayor volatilidad en el último mes, si bien su evolución ha mejorado en los últimos días. En particular, a pesar de la tregua comercial de 90 días alcanzada por Estados Unidos y China alcanzada en la reunión de líderes del G20 en Argentina, diversos índices accionarios presentaron retrocesos importantes de entre 3% y 5%. Además, se observaron flujos de salida de los mercados de bonos corporativos y los precios de los mismos presentaron caídas importantes, al tiempo que se observó una mayor demanda por activos de refugio. En los mercados de renta fija, las tasas de interés de bonos gubernamentales disminuyeron entre 15 y 30 puntos base. En Estados Unidos, este movimiento también obedeció a la expectativa de que la Reserva Federal pudiera moderar el ritmo de alza de tasas de interés el próximo año. Destacó que la curva de notas del Tesoro de Estados Unidos se aplanó de manera importante, incluso invirtiéndose por primera vez desde 2007 en algunos sectores de la misma. Finalmente, en los mercados cambiarios el dólar se depreció moderadamente frente a las divisas de otras economías avanzadas.

En las economías emergentes, los precios de los activos financieros presentaron un comportamiento volátil como consecuencia de diversos factores, dentro de los que destacan las tensiones comerciales a nivel global, el comportamiento de los precios de activos energéticos, así como diversos eventos geopolíticos e idiosincrásicos. De esta manera, las divisas y los mercados accionarios de este grupo de países presentaron un comportamiento diferenciado en un entorno de elevada volatilidad. Por su parte, las tasas de rendimiento de los valores gubernamentales en la mayoría de estos países presentaron disminuciones, en línea con lo acontecido en los mercados de renta fija de países desarrollados.

Hacia 2019, persisten factores de riesgo que podrían generar mayor volatilidad en los mercados. Entre ellos se encuentra el menor ritmo de crecimiento económico, aunado a la posibilidad de un deterioro adicional en la confianza de los hogares y los negocios derivado de las tensiones comerciales de Estados Unidos con otros países del mundo. En particular, si bien China y Estados Unidos acordaron una tregua en materia comercial, prevalece la incertidumbre sobre si efectivamente se logrará un acuerdo de largo plazo que evite un deterioro en el dinamismo económico y una afectación en las cadenas de producción a nivel global. Además, prevalece una serie de eventos de riesgo de índole política entre los que destacan las negociaciones de salida de Reino Unido de la Unión Europea, la negociación del presupuesto fiscal en Italia y otros eventos idiosincrásicos en países emergentes. Finalmente, las altas valuaciones de algunos activos financieros y el alto apalancamiento del sector corporativo en algunos países avanzados siguen siendo un riesgo latente.

2. EVOLUCIÓN DE LA ECONOMÍA MEXICANA

2.1. Mercados en México

En las semanas posteriores a la última decisión de política monetaria del Banco de México, los activos financieros de nuestro país mostraron nuevamente un desempeño negativo, en un entorno que se caracterizó por una elevada volatilidad. Además de los factores externos mencionados previamente, los mercados locales mantuvieron una elevada sensibilidad a la incertidumbre en torno a las políticas económicas que implementará la nueva administración y a noticias relacionadas con iniciativas legislativas. No obstante, en los días previos a la decisión de diciembre se observó una cierta mejoría en el comportamiento de los activos financieros mexicanos, derivado, entre otros factores, del paquete económico presentado para el ejercicio de 2019.

En el caso particular de la moneda nacional, esta operó durante todo el periodo en niveles superiores a los 20 pesos por dólar en un contexto en el que las condiciones de operación en el mercado cambiario se mantuvieron estables durante prácticamente todo el periodo. Asimismo, las condiciones prospectivas implícitas en las opciones de tipo de cambio, como son la volatilidad y el sesgo a la depreciación en el corto plazo, se estabilizaron, aunque en niveles elevados respecto de lo observado hace tres meses. Finalmente, las expectativas de tipo de cambio de los analistas de diversas instituciones financieras nuevamente se revisaron al alza. Para el caso de 2018 los economistas ajustaron su pronóstico para cierre de año de 19.63 a 20.20 pesos por dólar, en tanto que para el cierre de 2019 dicha expectativa se ajustó de 19.35 a 20.63 pesos por dólar.

Por su parte, el mercado accionario en México mostró un comportamiento negativo. Así, el índice de precios y cotizaciones presentó una caída de 6.9% durante el periodo, alcanzando niveles mínimos desde marzo de 2014. En este contexto, destacó que distintas empresas, luego de la caída que se observó en los precios de sus acciones, iniciaron programas de recompra con el objetivo de enviar una señal de confianza a sus inversionistas.

Durante la mayor parte del periodo, las tasas de interés de los valores gubernamentales presentaron incrementos, principalmente en los plazos de mayor vencimiento. No obstante, en los días posteriores a la publicación del paquete económico para el ejercicio de 2019 se observaron disminuciones en las tasas de rendimiento a lo largo de toda la curva, los cuales revirtieron parcialmente los aumentos mencionados. De esta manera, la pendiente de la curva de rendimientos, medida a través del diferencial entre los bonos de 30 y 3 años, mostró un movimiento de empinamiento de alrededor de 5 p.b., con lo cual se ubicó en niveles de 53 p.b. Cabe destacar que las tasas de rendimiento alcanzaron durante el periodo los niveles más elevados de los últimos diez años. Lo anterior se presentó en un entorno de marcado deterioro en las condiciones de operación, las cuales mostraron cierta mejora en los días previos a la decisión de política monetaria.

El ajuste en las primas de riesgo soberano que se observó en los mercados de renta fija locales también se reflejó en una ampliación de los diferenciales entre las tasas de rendimiento de la deuda de nuestro país denominada en moneda extranjera, de otros instrumentos colocados por las empresas productivas del estado, y del fideicomiso del NAIM con respecto a los bonos del Tesoro de Estados Unidos. Dichas primas de riesgo también mostraron una compresión después de que se diera a conocer la propuesta de presupuesto federal para 2019 y que el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (NAIM) lanzara una oferta de recompra de los bonos denominados en dólares por un monto de hasta 1,800 millones de dólares.

Finalmente, las expectativas respecto de la trayectoria de la tasa de referencia de política monetaria implícitas en la estructura de la curva de rendimientos incorporan con una probabilidad de 70% un incremento de 25 p.b. para la reunión de diciembre. Lo anterior está en línea con el consenso de los principales analistas. En lo que respecta a las expectativas de la tasa de referencia de política monetaria para el cierre de 2019, el mercado anticipa que la tasa de interés finalice en 8.50%, mientras que la expectativa mediana entre analistas es que esta tasa se ubique en 8.25%.

 

2.2. Actividad económica y determinantes de la inflación

En el tercer trimestre de 2018, la actividad económica registró un repunte, luego de la contracción registrada el trimestre previo. Dicho comportamiento reflejó un mayor ritmo de crecimiento de las exportaciones no petroleras, así como la continua expansión del consumo privado. En contraste, la inversión fija bruta mantuvo una tendencia negativa. Para el cuarto trimestre, si bien la información disponible es limitada, se espera cierta desaceleración respecto del tercero.

En particular, en octubre las exportaciones manufactureras mostraron un retroceso, si bien continúan exhibiendo una tendencia positiva. Lo anterior reflejó el hecho de que en ese mes las exportaciones no automotrices se mantuvieron prácticamente sin cambio y que se observó una caída de las exportaciones automotrices. Por destino, las exportaciones canalizadas al resto del mundo siguieron presentando un débil desempeño, en tanto que las dirigidas a Estados Unidos mantuvieron una trayectoria al alza. En cuanto a la evolución de la demanda interna, de acuerdo a su indicador mensual, el consumo privado siguió expandiéndose hacia finales del tercer trimestre de 2018. Para principios del cuarto trimestre, los ingresos en establecimientos comerciales al por menor, que son un indicador más oportuno del consumo, aunque de menor cobertura, mantuvieron una evolución positiva. En contraste, no obstante el avance registrado en septiembre de 2018, la inversión fija bruta continuó mostrando una tendencia negativa. Lo anterior como reflejo, principalmente, del débil desempeño tanto del gasto en construcción, como de la inversión en maquinaria y equipo.

Por el lado de la producción, la expansión de la actividad económica en el tercer trimestre de 2018 fue reflejo, en buena medida, de la trayectoria positiva que continuaron exhibiendo los servicios, si bien se observó cierta pérdida de dinamismo hacia el final del trimestre. Este desempeño fue resultado, principalmente, de las contribuciones de los sectores del comercio; servicios de alojamiento temporal y de preparación de alimentos y bebidas; servicios profesionales, corporativos y de apoyo a los negocios; servicios de esparcimiento y otros servicios; y servicios financieros e inmobiliarios. Por su parte, luego del repunte que la producción industrial registró en septiembre de 2018, a principios del cuarto trimestre esta exhibió una fuerte contracción. En particular, las manufacturas exhibieron una reversión respecto de la reactivación reportada en el tercer trimestre de 2018, al tiempo que persistió la debilidad de la construcción y la tendencia negativa de la minería.

En lo referente a la posición cíclica de la economía, se considera que las condiciones de holgura se mantuvieron en niveles relativamente menos estrechos que los observados a principios del año. Respecto de la evolución del mercado laboral, a principios del cuarto trimestre tanto la tasa de desocupación nacional, como la urbana, continuaron situándose en niveles bajos, en tanto que el número de puestos de trabajo afiliados al IMSS mantuvo una tendencia positiva, si bien con cierta desaceleración. Cabe señalar que la tasa de desocupación urbana registró el menor nivel desde que se inició el levantamiento de la ENOE en 2005. Por su parte, a principios del último trimestre del año en curso, los costos unitarios de la mano de obra de la industria manufacturera mantuvieron una trayectoria al alza.

En octubre de 2018, el financiamiento interno al sector privado no financiero continuó con la tendencia a la desaceleración en su crecimiento que comenzó a observarse a partir del tercer trimestre de este año. Ello fue resultado de la moderación en el ritmo de expansión del financiamiento a las empresas, así como de la persistencia en el bajo crecimiento del crédito a los hogares. Lo anterior se presentó en un entorno en el que los costos del financiamiento a las empresas aumentaron con respecto a los registrados en el primer semestre del año, mientras que las tasas de interés del crédito a los hogares se ubicaron, en general, en niveles similares al promedio de dicho semestre. Asimismo, los índices de morosidad del crédito a las empresas y a la vivienda se mantuvieron en niveles bajos y estables, al tiempo que los índices correspondientes al crédito al consumo detuvieron el deterioro percibido desde finales de 2016, si bien continúan en niveles relativamente elevados. Cabe resaltar que, al tiempo que se ha presentado la desaceleración en el financiamiento al sector privado no financiero, por el lado de las fuentes de financiamiento se observó una contracción en el saldo de los activos financieros internos, lo cual fue generado por cambios en la valuación de estos activos ocurrido en el mes octubre de este año.

2.3. Comportamiento y perspectivas de la inflación

Entre octubre y noviembre de 2018, la inflación general anual disminuyó de 4.90 a 4.72%. Este resultado se explica por las menores contribuciones que tuvieron a la inflación general tanto el componente subyacente, como el no subyacente. Cabe señalar que la inflación no subyacente se mantiene en niveles elevados y que los choques que la han venido afectando también han influido en la evolución de la inflación subyacente mediante los efectos indirectos que han tenido sobre los costos de producción, lo que, aunado a otros factores, ha contribuido a que este último subíndice muestre una alta resistencia a disminuir.

En particular, la inflación subyacente anual se redujo de 3.73% en octubre a 3.63% en noviembre, como producto de las menores variaciones que se observaron en el subíndice de precios de las mercancías y en el de los servicios. En el primer caso, tanto las mercancías alimenticias, como las no alimenticias exhibieron disminuciones en las tasas de variación anual de sus precios, si bien la de las alimenticias se mantiene en niveles elevados. En el segundo caso, la disminución en la tasa de variación anual de los precios de los servicios reflejó, principalmente, menores alzas en los precios del rubro de los servicios distintos a la vivienda y a la educación, destacando las de los servicios turísticos.

En cuanto a la inflación no subyacente anual, esta disminuyó de 8.50% en octubre a 8.07% en noviembre, debido a menores incrementos en los precios de los energéticos. Este efecto fue parcialmente contrarrestado por mayores incrementos en los precios de los productos agropecuarios, sobresaliendo los de los precios de las frutas y verduras.

Las medianas de las expectativas de inflación de corto plazo provenientes de encuestas registraron incrementos generalizados. En particular, en lo que respecta a las provenientes de la encuesta que levanta el Banco de México entre especialistas del sector privado, destaca que entre octubre y diciembre las medianas de las expectativas de inflación general para el cierre de 2019 y 2020 se ajustaron al alza, de 3.71 a 3.89% y de 3.50 a 3.79%, respectivamente. Dicho incremento se atribuye en gran medida a un aumento significativo en las expectativas implícitas para el componente no subyacente (de 4.51 a 5.10% y de 4.03 a 5.09%, respectivamente), toda vez que las medianas correspondientes al componente subyacente se incrementaron en menor medida (de 3.45 a 3.50% y de 3.33 a 3.37%, respectivamente). En línea con lo anterior, las medianas de las expectativas de inflación general para los próximos 12 meses (con referencia tanto al mes de levantamiento, como al mes siguiente) aumentaron, de 3.83 a 3.89% y de 3.80 a 3.87%, respectivamente. Por su parte, la mediana de las expectativas de inflación general en el mediano plazo (próximos 4 años) aumentó 5 puntos base y se ubicó en 3.55% en la encuesta de diciembre. En contraste, la correspondiente a horizontes de más largo plazo (próximos 5 a 8 años) se mantuvo estable, alrededor de 3.50%. No obstante, respecto de la evolución de las expectativas de inflación de mediano y largo plazos cabe señalar que: i) las medianas para el componente subyacente han aumentado en las lecturas recientes, ubicándose en niveles cercanos a 3.4%; y ii) los niveles en los que estas se sitúan están por encima del objetivo de inflación de 3%. Finalmente, en cuanto a la información derivada de instrumentos de mercado, la prima por riesgos inflacionarios de mediano y largo plazos continúa en niveles elevados.

Entre los riesgos que enfrenta la inflación, destacan los siguientes. Que la cotización de la moneda nacional continúe siendo presionada tanto por factores externos, como internos. Adicionalmente, considerando la magnitud de los aumentos al salario mínimo recientemente anunciados, además de su posible impacto directo, se enfrenta el riesgo de que estos propicien revisiones salariales que rebasen las ganancias en productividad y generen presiones de costos con afectaciones en el empleo formal y en los precios. Además, que persistan presiones en los precios de los productos agropecuarios o que se den nuevos incrementos en los precios de los energéticos. Asimismo, que se presente un escalamiento de medidas proteccionistas y compensatorias a nivel global. También, que se registre un deterioro de las finanzas públicas. Igualmente, por los choques observados y los niveles que ha alcanzado la inflación, existe el riesgo de que se presenten efectos de segundo orden en el proceso de formación de precios. A lo anterior se suman riesgos de carácter estructural derivados de la posible adopción de políticas que pudieran conducir a cambios profundos en el proceso de formación de precios en la economía. Por ello, se considera que el balance de riesgos respecto a la trayectoria esperada para la inflación se ha deteriorado y muestra un importante sesgo al alza, en un entorno de marcada incertidumbre.

3. DECISIÓN DE POLÍTICA MONETARIA

Para guiar sus acciones de política monetaria, la Junta de Gobierno da seguimiento cercano a la evolución de la inflación respecto a su trayectoria prevista, considerando la postura monetaria adoptada y el horizonte en el que esta opera, así como la información disponible de los determinantes de la inflación y sus expectativas de mediano y largo plazos, incluyendo el balance de riesgos para estos.

A su vez, la política monetaria debe responder con prudencia si por diversas razones se eleva considerablemente la incertidumbre que enfrenta la economía. En este contexto, considerando que se enfrenta un entorno de marcada incertidumbre, en el que el balance de riesgos para la inflación muestra un sesgo al alza y se han materializado algunos de los que la pudieran afectar, tanto bajo una perspectiva de corto como de largo plazo, así como la posibilidad de que se vean afectadas las expectativas de inflación de mediano y largo plazos, la Junta de Gobierno decidió por unanimidad aumentar en 25 puntos base el objetivo para la tasa de interés interbancaria a un día a un nivel de 8.25%. Tomando en cuenta los retos que se enfrentan para consolidar una inflación baja y estable, así como los riesgos a los que está sujeta la formación de precios, la Junta de Gobierno tomará las acciones que considere necesarias, en particular manteniendo o en su caso reforzando la postura monetaria, de tal manera que la tasa de referencia se ubique en niveles congruentes con la convergencia de la inflación general a la meta del Banco de México en el horizonte en el que opera la política monetaria.

La Junta mantendrá una postura monetaria prudente y dará un seguimiento especial, en el entorno de incertidumbre prevaleciente, al traspaso potencial de las variaciones del tipo de cambio a los precios, a la posición monetaria relativa entre México y Estados Unidos, en un contexto externo adverso, así como a la evolución de las condiciones de holgura en la economía. Ante la presencia y posible persistencia de factores que, por su naturaleza, impliquen un riesgo para la inflación y sus expectativas, la política monetaria se ajustará de manera oportuna y firme para lograr la convergencia de esta a su objetivo de 3%, así como para fortalecer el anclaje de las expectativas de inflación de mediano y largo plazos para que alcancen dicha meta.

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